La Saga de los Confines, de la cual Los días del Venado constituye la primera parte, es una novela de fantasía épica, ni más ni menos, que mucho de debe a otras sagas clásicas como El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien, o La Saga de Terramar, de Ursula Leguin. Sin embargo, esta calificación no debe ser tomada como un hecho peyorativo; pues luego de leer la primera novela (que data del 2000 y va por la octava edición) podemos ver que se trata de una estupenda saga de fantasía épica que, a medida que avanza demuestra que puede encontrar una voz algo diferente (y mejor) que otras que pululan por el mercado.
La historia relatada en la primer novela de la saga tiene un comienzo simple. Algo llega a través del mar a las Tierras Fértiles, y (un poco al estilo de la historia de Hernán Cortés y la creencia aborigen de que los españoles descendían del dios Quetzalcoatl), no se sabe si eso que viene es bueno o malo. Por tanto, la Magia convoca a un concilio, eligiendo representantes de todas las etnias. Los mensajeros llegan incluso al pueblo huisiwilke en Los Confines, para convocar a un guerrero llamado Dulkacellin. Ese llamado afecta a su familia (la vieja Kush, los hijos e hijas del guerrero), pero a la vez deja en evidencia (al menos para el lector) el complejo entramado vital de las criaturas que viven en Los Confines, y su relación con la Magia.