Bueno, no tenía esperado encontrarme este thread en este foro.


¿Como empezó este relato que termina con un chico sentado en un banco, junto a una estatua de Ceres? Probablemente en mi adolescencia, cuando revisando la biblioteca familiar, en una tarde aburrida de verano, me encontré con un ejemplar perdido de "Sobre Héroes y Tumbas", perdido era, porque hasta el día de hoy, nadie de mi familia sabe de donde salio.
El libro era viejo, y salvo por la tapa que estaba un poco despegada, se mantenía en buen estado. A primera impresión no parecía la gran cosa, un chico llamado Martín, sentado en un banco de una plaza que yo no conocía, junto a una estatua de alguien a quien yo tampoco conocía. Nada más para acotar, lo saque de la biblioteca familiar y me lo lleve entre otros tantos, pero no le di mucha importancia, al punto de que quedo relegado de la lectura por un par de meses.
Cuando me decidí a empezarlo... no estaba preparado, me obsesione a un nivel enfermizo con ese libro. No se que fue de mi en esa semana que tarde en leer el libro, pero definitivamente fue un antes y un después en mi vida.
Ese chico de la plaza, Martín, que empezó como un extraño, ahora era familiar, factible, "real". También era real la confusión que tenia, la esperanza que sintió cuando vio a Alejandra, y fue real el amor que sintió por ella. Por lo menos lo fue para mí, que leía la historia perplejo.
Ahora que estoy mas viejo (no me animo a afirmar que mas sabio), releo a ese libro y me sigo emocionando, sigo encontrando frases que me asombran, aunque sean familiares, y todavía siento pena por Martín, que esta cada día mas cercano. Y si bien este no es ni por asomo el aspecto más interesante del libro, fue el que de pendejo me supo llegar.
Ayer, me estaba preparando para ir a la feria del libro, y por alguna de esas coincidencias del puto destino, tenia pensado ir al Parque Lezama, ese parque donde comienza una hermosa historia terrible, para sentarme en ese mismo banco donde se sentó Martín, donde imagino Sabato y sentirme así parte de la historia de la que ya me sentía parte. Prendí el televisor y me encontré con la noticia de que había muerto, en el mismo día en el que pretendía visitar un lugar que quería visitar desde que imagine a Martín sentando, a Ceres observando y a Alejandra pasar.
Viaje, y llegue a la plaza. No les voy a decir si cumplió o no con mis expectativas, eso lo podrán decidir ustedes, siempre que lean el libro y sientan las ansias de conocer el punto de partida de lo que yo considero una de las mejores obras de la literatura argentina.

Un maestro se fue, y a mi manera, lo despedí.