Mierda. Acabo de abrir el Word y todavía no lo puedo creer. Hace como más de un mes que no se me cae una idea, nada de nada, ni para escribir un mail (aprovecho para pedirle disculpas a la gente a la que le debo mails, si sobrevivo a este arranque narrativo todos serán correspondientemente correspondidos) y por más que intenté por todos los medios posibles (desde ponerle cinta a mi vieja Smith Corona hasta testear diferentes tipos de estupefacientes) no hubo caso hasta ahora.

La cuestión es que pese a todas las cartas amenazadoras, algunas con harina tratando de pasar como ántrax, que llovieron a causa del incidente Stand-Up, me animo nuevamente a agarra esta metáfora digital de pluma patentada por Microsoft pensando si me van a volver a reputear por el par de cosas que van a proseguir a estos párrafos.

Antes de comenzar al tema que aprovecho el recurso de esta categoría que acá llamamos editorial para hacer un descargo sobre la polémica que despertó mi último artículo y que puede llegar a despertar este. Con toda honestidad: lo políticamente correcto me rompe las pelotas. Y no lo digo para hacerme el periodista progre y arriesgado que mira CQC, o para hacerme el periodista de opinión facho que busca atraer a la opinión pública resguardándose en el “sentido común” (como el que le ganó el juicio al de CQC). Lo digo porque gente que me dijo que estaba de acuerdo conmigo me dijo que no tendría que haber escrito lo que escribí, porque “queda mal”, porque “ofendí” a varias personas, porque “generalicé”. Y también lo digo porque es pertinente para el tema que voy a tratar en unos párrafos (tema en el cual puedo llegar a tratar a algunos como “idiotas útiles”, pero no se ofendan, please). El tema es que, no es por hacerme el groso, pero si pienso algo lo escribo y me parece perfecto y valoro a sobremanera que si alguien no está de acuerdo o si piensa que estoy equivocado, me conteste. Así tuve intercambios de ideas muy valiosos, pero también vinieron a decirme fachista, censor y anglófilo porque pienso que los argentinos no tenemos un determinado sentido del humor. Y lo de anglófilo lo acepto a muerte (aunque me hubiera gustado que me digan vendepatria, siempre quise que me digan vendepatria) pero con lo de fachista… dejémonos de joder.

Entiendo que muchos no estén de acuerdo con lo que se escribe en este blog. Lo que no entiendo es por qué se enojan. Al fin y al cabo soy sólo otro gil más que tiene un blog en internet, y como no respondo a ningún interés económico determinante (nos sponsorea el Señor de los Vinos, pero tenemos plena libertad creativa) no me queda otra cosa que mi capacidad para decidir si estoy “capacitado” para opinar sobre un tema. Y la cuestión de la subjetividad es clave, y es una de las cosas que más valoré en cuando empecé este proyecto. No porque crea que nosotros somos subjetivos y el resto no, sino porque resalto la puesta en claro de esa condición, cuando la tradición en el periodismo es ocultarla y hacer pasar lo que se escribe como una verdad absoluta. Pero bueno, el hecho de decir que los que hacen Stand Up no son graciosos desató la dicha catarata de reprobaciones, cuando el hecho de escribir que Rolando Hanglin es un pelotudo provocó una respuesta de tono completamente opuesto. Y ambos artículos fueron pensados desde con el mismo criterio. Aunque es verdad que para mi generación es más políticamente correcta y menos provocadora la segunda declaración

Hecho el descargo, voy a lo que me compete. Empiezo por citar un artículo escrito por el Pedro en agosto del año pasado:


“Creo que hay situaciones que exigen nuestro respeto, no un click. No puede costarnos lo mismo “darle un toque a alguien en Facebook” (…) que luchar por la cura a la hambruna en África”

El Pedro

Más allá de usar esta cita como un intento para que mi colega se hunda conmigo (al fin y al cabo, él fue el que mandó la carta con harina) la intención es reabrir un debate a causa de lo que está pasando esta semana. Éste:




La cuestión de base es cuán apropiada es la apropiación del Facebook como herramienta de “militancia” y qué y cuánto logramos quitando nuestra foto de perfil y dejando la silueta predeterminada de la red social. El mensaje que estos días acompaña esta iniciativa es:




Yo sé que las visiones de las tecnologías que detonaron lo que se llama web 2.0 todavía son fruto de hojas y hojas de análisis. Hojas que escriben los apocalípticos y hojas que escriben los integrados. Yo generalmente prefiero tomar distancia de esa dicotomía pero hoy me siento más cercano a los primeros. Porque pese que hago uso y abuso del Caralibro no puedo dejar de pensar que es paradójico que se lo trate de vender como una red “social”, porque no puedo dejar de ver que potencia individualismos, y refuerza voyeurismos y exhibicionismos, y sirve para jugar al tetris y a jueguitos de la mafia o de matar dragones (aguante el Castle Age, soy nivel 124). Un poco por eso me acordaba del artículo del Pedro: estaba haciendo click en “pegarle al dragón de fuego” y por el mismo medio y canal me sugerían que homenajee a las víctimas del terrorismo de Estado. Víctimas que de una forma u otra fueron tales porque eran productores, de contenidos, de discursos, de música, de historias, de historietas, de ideas al fin y al cabo. Casi todo lo contrario de lo que hacemos nosotros haciéndonos fans de “The Big Bang Therory”, amigos de Luciano Castro o nos unimos al grupo “Si te gusta el durazno, bancate la pelusa”. El patético lema de “recuerden, no olviden” viene junto al “copien y peguen” de nuestra generación. No creamos, por lo menos en Facebook, consumimos y difundimos y en el medio de todo el popurrí de pavadas que nos entretiene mientras estamos conectados, nos creemos comprometidos.

No niego que las posibilidades de difusión que nos trae Facebook crecen exponencialmente. Pero como que siento una distancia fuerte entre el “Hoy toca mi banda en Super Rock” y el “Todos por las víctimas del terremoto en Haití”. Una distancia que no es una cosa menor y que debe ser considerada.

No quiero recaer en la demagogia “qué pensarían los militantes de los setenta”. Pero hay una punta de análisis que no puedo dejar de pensar como un poco perversa, porque se está utilizando como soporte para esta campaña a una empresa multinacional que ya es sospechada por vender información, y que tiene herramientas legales como para adueñarse de todo lo que publicamos. Y eso no me cuadra con el ideal setentista. Me podrán decir que esto no es perverso, sino que es una forma ideal de utilizar y resignificar un canal. Pero yo no puedo dejar de tener dudas. Y sé que soy un poco extremo. Ya de por si me da cosa pensar que el 24 de marzo es feriado. Porque pese a la mejor voluntad con que pudo haber sido concebida esa idea, hay algo particular que tienen los feriados y es que sirven para sellar el pasado como pasado, sellarlo como una página en el Santillana de primer año, y por lo menos creo sinceramente que esa no es la idea de las políticas públicas actuales con respecto a la dictadura. Pero sí, creo que el feriado puede llegar a ser contraproducente en algún sentido, como que todavía hay cosas que no sanaron, y demasiadas causas que siguen abiertas, y muchas más que se deberían abrir. No se, como que me da connotación de clausura que todavía no debería estar, lo podemos debatir después, volvamos al facebook.

Varios saben que estudio Comunicación Social (si, si, estoy pelando la carta de intelectual, sepan disculparme), y uno de los primeros conceptos que nos tiran en los primeros años de la carrera como herramienta analítica es el del “efecto mosaico”, ese que se ve tan claro en todos los noticieros cuando en menos de cinco minutos te mostraron las imágenes de un asesinato, de la presidenta hablando y del alce que nació en Temaiken y se va a llamar Rodolfo. Todos pequeños mosaicos pegados que se pierden completamente cuando uno toma distancia, mosaicos de diferentes colores pero que cuando se ven desde lejos hacen parecer que el piso es marrón. El ejemplo tristemente se puede ilustrar con una version más power del la silueta del facebook:




Es eso: quizás en un intento de un abordaje gestáltico de la situación alguien diseño esa imagen que me viene bien para explicar esto. Acá el todo no es la suma de las partes, acá el todo es una mancha negra, celeste y blanca. Y las fotos quedan anónimas. Imagínense un montaje del mismo tipo que trate de ilustrar los contenidos del facebook. Las páginas, los grupos, las fotos. La parte comprometida sería un sólo píxel.

Me molesta la ingenuidad de los que se hacen fan de “No pongo TN ni para ver la hora” porque lo que se le debería estar criticando a TN y a Clarín es lo mismo que se le debería estar criticando a TODOS los medios de comunicación masivos: una lógica de funcionamiento, un modelo de comunicación mucho más perverso que el “Clarin miente” que pregonan los idiotas útiles. Y un modelo que nosotros ya tenemos asimilado y estamos reproduciendo alevosamente cuando mezclamos entre todas las giladas que ponemos y ponen en nuestros “muros”, un cuadradito en pos de la memoria.

Un cuadradito en pos de la memoria justo abajo del “me compré una cabra en el Farmville”.



FUENTE