Condenado al silencio

Hay secretos que deberían quedarse en el olvido, secretos de terribles consecuencias …

Miedo, muerte y desesperación. Esas eran las palabras que caracterizaban a nuestro poblado. Pero esto no siempre fue así, hubo un tiempo en donde no vivíamos con el miedo de no volver a ver la luz del nuevo día. Oh sí, que feliz era hasta día de aquel incidente… lo recuerdo muy bien, ese olor nauseabundo impregnado en aquella habitación, la expresión de sufrimiento en la cara del pobre Bill y toda su familia … esas aterradoras imágenes que nunca podré sacar de mi cabeza.

La investigación del siniestro no tardó en comenzar pero a quién podríamos recurrir? Quién sería capaz de develar dicho misterio? Y aun más importante, quién podría asegurarnos que no se volvería a repetir?
Lamentablemente la misma tragedia se repetía, y cada vez con mayor frecuencia. El miedo y la desconfianza se apoderaron del corazón de los habitantes del pueblo. No hubo otra opción más que recurrir a la fe, fue así como Gadol, la máxima autoridad del templo se encargó personalmente del asunto.
Fuimos invitados a estar en paz con nosotros mismos y con nuestros pares, a no abandonar esperanza alguna, sí claro, sonaba muy bonito pero la realidad era abrumadora. El tiempo pasaba y yo no veía solución alguna, tenía que hacer algo pero que podía hacer? No sabía siquiera por donde empezar, ni tenía una sola pista. Los únicos que al parecer sabían algo sobre el tema eran los sacerdotes del templo pero seguramente negarían compartir cualquier tipo de información conmigo, por lo que no me quedó más remedio que seguirlos en secreto.

Cuidadosamente los seguí sin encontrar nada extraño, nada que me pueda dar un indicio de donde o que buscar. Hasta que un día por como quién diría ocurrencia del destino se me vino a la cabeza la imagen de Gadol , lo cual me llevó a preguntarme a mí mismo cuando fue la última vez que lo había visto … Mnnnnn había pasado mucho tiempo, de hecho no recuerdo verle pasearse como de costumbre por el pueblo durante semanas. Quizás él estaba muy ocupado con todo este asunto pero la incertidumbre no me dejaba estar tranquilo, debía investigar más.

Evitando ser visto monté guardia varias noches vigilando el templo, sin embargo las antiguas y frías paredes parecían no guardar secreto alguno en su interior. Lentamente mis ánimos me abandonaban hasta que una noche, cuando estaba a punto de abandonar mi constante tarea vi salir por una de las puertas del templo a una tétrica figura, no podía distinguir su rostro ya que portaba una capa con capucha. El deseo para develar el misterio era muy grande y sin pensarlo dos veces con mucha cautela comencé a seguirlo hasta las afueras del pueblo.

Lo seguí un largo trayecto por el espeso bosque en donde ingresó a una especie de cabaña que yo jamás había visto, una horrible calavera adornaba la entrada dando un sutil mensaje de que entrar no era una de las mejores ideas. De repente, veo aparecer una tenue luz dentro de la cabaña lo que revela la existencia de un pequeño orificio en una de las paredes, el miedo me invadía pero no había llegado tan lejos para nada. Me acerqué y apoyé mi cara contra la pared para poder ver que acontecía en el interior, y ahí estaba esa tétrica figura con un libro entre sus manos, recitando una especie de oración cuando una siniestra sombra envuelve su cuerpo dejando caer violentamente el libro al suelo, en ese momento el individuo se quita la capucha que cubría su cabeza develando su misteriosa identidad, era Gadol … vaya sorpresa … tomó una desgastada hoja que había sobre una mesa y escribió algo en ella, luego se sentó en el piso en una especie de trance mental y sin mayor demora veo como del interior del libro emana la misma sombra hasta tomar la forma de una criatura espectral. La situación era impactante, mi cerebro no comprendía lo que mis ojos acababan de ver, la criatura se movió lentamente hasta la puerta y abandonó la habitación con dirección al pueblo. Inmediatamente volví a poner mi atención en Gadol, estaba totalmente inmóvil como ido de si mismo, me percaté de que la puerta se encontraba abierta, al parecer la criatura olvidó cerrarla. Pasaron algunos minutos hasta que conseguí armarme de valor y enfilarme hacia la puerta de aquella olvidada cabaña, cuando llegué a escasos metros de la entrada el horrendo olor que sentí instantáneamente trajo a mi mente las imágenes sobre lo que había contemplado en la casa de Bill, ya no quedaba duda alguna, Gadol y esa extraña aparición eran los causantes de la actual desdicha del pueblo.

La situación era muy delicada, considerando que Gadol era el autor de tantos crímenes sabía que no se iba a entregar sin ofrecer resistencia. Las chances a mi favor eran escasas, él era el Sumo Sacerdote del templo, atacarlo por sorpresa era la única manera que tenía de capturarlo. Con mucho cuidado ingresé en la habitación, sigilosamente avancé hasta estar a unos pocos pasos de él, con cuidado tomé mi Daga pero en ese mismo instante abruptamente Gadol se levantó del suelo y comenzó a mirarme fijamente a los ojos. No podía darme el lujo de perder más tiempo, si podía aplicar el veneno de mi arma sobre él la batalla se tornaría a mi favor en cuestión de segundos. Lo ataqué lanzando una puñalada directo a su pecho, estaba seguro que intentaría esquivar el ataque y con suerte podría alcanzar su hombro o brazo aplicándole el veneno, para mi sorpresa ni siquiera se movió y la Daga los traspaso de lado a lado, ya que al parecer no llevaba protección alguna, Gadol seguía mirándome fijamente a los ojos, de hecho no dejo de mirarme desde el momento que se percató de mi presencia en la habitación, es como si estuviera esperando a que yo hiciera lo que acababa de hacer. Pocos segundos pasaron hasta que se desplomó por completo en el piso, lentamente esa fría mirada que portaba en sus ojos se desvanecía mientras los mismos se cerraban. Realmente no espera asesinarlo pero quizás esa era la única manera de acabar con toda esta maldición, yo había conseguido salvar a mi pueblo o al menos eso era lo que creía.

Antes de volver al pueblo necesitaba conseguir pruebas de que Gadol y su invocación eran quienes atormentaban nuestro prueblo, no pasó mucho tiempo hasta que recordé la presencia de aquel misterioso libro que portaba Gadol, me acerqué hasta el mismo y lo tomé del suelo. La portada estaba muy desgastada y no podía leer nada de ella, lo abrí y para mi sorpresa todas las páginas estaban vacías, no había absolutamente nada escrito en ningún lado! Me quedé congelado, varias preguntas invadieron mi cabeza... acaso no era un libro de invocación? Sino que era lo que tenía en mis manos? Hojas en blanco?? Hojas, hojas, hojas... La hoja que Gadol había escrito! Rápidamente me aproximé a la mesa y comencé a leer la hoja que Gadol escribió, hasta el día de hoy recuerdo textualmente lo que decía:

"... Lamento mucho dejar tal carga sobre tus hombros pero mi fuerza de voluntad desaparece con el correr de los días. Ya no puedo resistir más, ya no puedo continuar con lo que me han encomendado.
Me entristece muchísimo haber fallado, y aún más que seas tú quien de esta manera se entere de este horrible secreto. La maldición que asecha nuestro pueblo tiene nombre, es la Sombra de Durakel, durante años logramos mantenerla encerrada y lejos del pueblo pero con el tiempo se hizo más fuerte y sucumbí ante su deseo de muerte. Ahora solamente tú puedes contenerla y alejarla de nuestra tan preciada tierra.
Lo único que espero es que esto no haya sido una casualidad y que de alguna manera seas quien encuentre como terminar definitivamente con tanta angustia..."
Una sensación de desespero interrumpió mi lectura y al alzar la mirada hacia la puerta vi como la Sombra de Durakel ingresaba en la cabaña. Me encontraba totalmente horrorizado pero las palabras del antiguo celador me llenaron de valor y con firmeza pronuncié:
- Ahora yo soy tu carcelero! Y te prohíbo lastimar a la gente del pueblo!

Ni bien terminé de decir la última palabra sentí como mi cabeza se partía en dos, no puedo describir con palabras la agonía que sufrí en ese momento. La Sombra de Durakel se acercaba a mí lentamente como si estuviera disfrutando de cada segundo de mi aflicción, con fuerza volví a pronunciar:
- Ahora yo soy tu carcelero! Y te prohíbo lastimar a la gente del pueblo! LARGATE! LARGATE DE AQUÍ!

La sombra se quedó inmóvil y luego desapareció por completo... Todo había terminado pero no era más que algo momentáneo, en cuanto yo demostrara debilidad alguna el terror volvería a nuestras vidas.

Destruí el antiguo libro y tomé el cuerpo de Gadol. Lo cargué hasta llegar al pueblo donde me encaminé directamente hacia el templo. Inventé una heroica historia acerca de como Gadol derrotó a la Sombra de Durakel y salvó mi vida a costa de la suya.

Sí, mentí pero la verdad era devastadora. El pueblo no podría soportarla, así que decidí guardar el secreto y nunca se lo conté a nadie hasta ahora…
Solamente por las grandes historias que he escuchado de tus hazañas es que en este momento estás leyendo una copia de este escrito.
Te suplico que por favor me ayudes a concluir de una vez por todas con esta amargura...