Lunes 12 de Abril de 2004 - (Cultura digital, Debate)
El Eternauta: Una ficción sobre Buenos Aires en tiempo de tragedia
Por Hugo F. Pardo Kuklinski
Me propuse realizar una breve reflexión sobre la mejor historieta de la literatura argentina; El Eternauta. Clarín acaba de editar, en su serie Biblioteca Clarín de la Historieta, dicha producción en un formato de calidad, y me pareció una buena excusa para promover su lectura en el marco de algunas reflexiones actuales vinculadas a la tecnología. Quizás parezca descolgado para este weblog, pero puede resultar útil para quienes aún no se enteraron de la existencia de una obra y de un artista como Héctor Oesterheld. En fin, un poco de pedagogía para ojos despistados.
"La paradoja es la siguiente: nuestro hardware, la realidad material de la Tierra, está contrayéndose e implosionando sobre sí mismo, porque nuestras tecnologías reducen continuamente los intervalos de tiempo y espacio entre las operaciones. Mientras tanto nuestro software, nuestra realidad psicológica y tecnológica, se expande continuamente. El acceso a los reinos infinitos -las estructuras de información galácticas, planetarias, atómicas y subatómicas-, están también expandiendo el alcance de nuestra cultura de fondo en desarrollo." (Derrick de Kerckhove: 1999; 166)
Como en la Solaris de Stanislaw Lem, llevadas al cine por Andrei Tarkovsky y hace muy poco por Steven Soderbergh. la ficción de El Eternauta se confunde demasiado con la realidad de su creador, en el irremediable destino de la argentinidad. Si en Solaris, la amenaza extraterrestre enloquece a los protagonistas que sufren la visita de grandes afectos desde el confín de sus propio sueños, en El Eternauta, la ficción trágica se confunde con una realidad no menos trágica y dolorosa. Eso provoca un poco de escozor y tristeza, pero le da un aire visionario a la obra (diseñada a fines de los 50), funcionando como un doloroso espejo a futuro de la década del 70 (y si somos más críticos, de los '80 y de los '90 también), un presagio para toda una sociedad, pero peor aún, para su propio autor.
Antes de meternos en la obra, vale mencionar el destino de tragedia que rodeó a Héctor Germán Oesterheld. Tanto él, como sus hijas Estela, Diana, Beatriz y Marina, y dos yernos, todos militantes de Montoneros, fueron asesinados por la dictadura militar argentina en 1977 . Dos de sus hijas estaban embarazadas, y dos de sus nietos fueron devueltos a Elsa, su mujer, y a su familia paterna.
Recién así podemos comenzar a hablar de su obra, sin confundir ficción y realidad, pero sabiendo siempre que ambas son dolorosas construcciones de una misma mente, de un mismo motor de ideas. En palabras del autor, fue una obra que comenzó siendo un cuento de apenas 70 cuadros y luego se transformó en una larga historia, en una suerte de adaptación del tema de Robinson Crusoe. El Eternauta presenta al lector una Buenos Aires inusual y original. Invadida por extraterrestres, sus habitantes responden con solidaridad y valentía a un enemigo muy poderoso y mortal, que utiliza la tecnología para invadir civilizaciones menos dotadas para la conquista.
La obra, publicada por primera vez en 1957 en la revista semanal Hora Cero, comenzaba con un prólogo que nos acerca una vez más a su futuro destino.
"El único héroe es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo".
La ficción -influenciada por el pensamiento político del autor- es producto precisamente de un narrador competente que revela un sesgo crítico hacia la sociedad de consumo y hacia el héroe solitario que siempre nos muestra Hollywood y los cómics de moda americanos, el imposible Superman que lucha sólo por la justicia. Además nos marca, nuevamente como en la Solaris de Lem, m viene a susurrarnos al oído que no nos dejemos llevar por las sirenas del progreso científico, que lo que conocemos del funcionamiento del universo y de nosotros mismos es sólo una delgada corteza, y que nunca, por su propia esencia, llegaremos a conocer el meollo de la realidad.
Pero veamos algo más del autor. Héctor Germán Oesterheld nació en 1919 y como señalaba, fue asesinado por la dictadura militar en 1977. De padres estancieros de origen alemán y de alto nivel económico, pasó una infancia normal y llegó a licenciarse en Ciencias Naturales en 1945, especializándose en Geología. Su acercamiento con la literatura se dio en el último tramo de su paso por la universidad, entrando de corrector al Diario la Prensa, donde publicó algunos trabajos. Posteriormente realizó cuentos de divulgación científica para chicos en las editoriales Abril y Códex. Así fue priorizando su labor de guionista por sobre su profesión de geólogo, dirigiendo la historieta infantil de Misterix. En 1957, uno de sus años de mayor producción, creó la Editorial Frontera y con éxito publica la primera parte de El Eternauta y Ernie Pike, éste último con dibujos de Hugo Pratt, otro célebre de la historieta mundial. Además guioniza el 80% de las obras de la editorial.
Después de un largo período de trabajo, la experiencia de Editorial Frontera se agota hacia 1964. Esta deja de existir y Oesterheld empieza a publicar, presionado por sus necesidades económicas, obras de menor calibre para editoriales Columba, Dante Quinterno y Skorpio, siendo ésta la que publica la segunda parte de El Eternauta y lo incorpora al staff permanente, hasta su muerte. Varios analistas vieron en Oesterheld al gran escritor argentino de aventuras, publicándose exposiciones suyas en todo el mundo, especialmente en Italia y España, siendo capaz de encontrar una voz argentina y un mercado propio a la invasión de la profusa producción americana.
Hay un doble mérito en la biografía de Oesterheld. Crea esta obra única de la literatura fantástica argentina y, además, junto a Alberto Breccia, genera un lugar destacado a la ciencia ficción en nuestro país, a partir de la creación en 1957 de la Editorial Frontera. Si bien el género ya tenía antecedentes, es aquí donde adquiere identidad propia. Decía en ese momento el propio Oesterheld; "Hay que comenzar a inculcar responsabilidad en este tema: cada día es mayor la cantidad de adultos que siguen con interés las historietas gráficas y es justo que el material que se les ofrezca sea serio y honesto". Un punto anecdótico que demuestra la relevancia del género en nuestro país fue la realización en 1968, en el Instituto Di Tella de Buenos Aires, de la Primera Bienal de la Historieta Mundial.
En El Eternauta, el autor se involucra como personaje en la obra, introduciendo en los cuadros la voz de un actor que lo representa; su propia voz, la de un guionista de historietas que se encuentra cara a cara con ese viajero del tiempo que protagonizará toda la saga. Ese encuentro es el punto de partida de una historia emocionante, con escenarios reconocidos y una sociedad argentina organizada ante el conflicto, como cíclicamente la realidad no se cansa de proponer.
Muchos relatos llevan consigo una orientación a la utilidad, a la lección de vida; secreta o manifiesta. Esta utilidad puede consistir en una pequeña práctica, un deseo político, una norma de comportamiento o un discurso aleccionador. Así, quien cuenta una historia, da un consejo a su auditorio, más que una respuesta a un interrogante, alcanza una propuesta muy ligada a los acontecimientos que cuenta. Pero el arte de narrar, la capacidad de intercambiar experiencias, tan propia del ser humano, se va transformando lentamente, perdiendo su necesaria oralidad.
En la actual era de la información, la narración pierde espacio ante la saturación informativa. Walter Benjamin reflexionaba sobre este proceso y señalaba, "Cada mañana se nos informa sobre las novedades de toda la Tierra. Y sin embargo somos notablemente pobres en historias extraordinarias. Ello proviene de que ya no se nos distribuye ninguna novedad sin acompañarla con explicaciones. Casi nada de lo que acaece conviene a la narración, sino que todo es propio de la información. Puesto que es casi la mitad del arte de narrar una historia mantenerla ajena a toda explicación mientras se la reproduce. Lo extraordinario, lo maravilloso es narrado con la mayor precisión, pero no se impone al lector ninguna interpretación psicológica de los acontecimientos. Las cosas son expuestas para que las interprete a su gusto, tal como las entienda, y así logra el relato una amplitud de vibración que falta a la información."
La extensión de los mecanismos de la industria informativa sobre la vida diaria ha sido decisiva en el declive de los relatos, y ha propiciado casi naturalmente la escandalosa manipulación mediática que sufrimos a diario.
Paradójicamente, El Eternauta -un personaje del futuro- emprende la búsqueda de un antiguo hábito que los hombres han descuidado y poco a poco abandonado; el de contar historias con virtud. Es como si esta capacidad de intercambiar experiencias, generadora de todos los mitos y creencias anteriores a la imprenta- fuera debilitándose con el correr de los siglos. Las vivencias transmitidas, de generación en generación, caudal de saberes remotos que configuraban el corazón de un legado cultural de exclusiva transmisión oral, no sólo ejercitaba la memoria y mantenía alerta el oído de los hombres, sino también los enlazaba a la comunidad en calidad de narradores u oyentes, ambos lugares intercambiables. Esta comunicación social directa era el dispositivo de acción de los seres humanos. Al tiempo que sustentaba su visión del mundo, definía un modo singular de encarar la vida y la muerte.
Oesterheld recupera en la primera escena la figura del narrador, algo olvidado en nuestros tiempos, al ofrecer al viajero del espacio un escucha atento y paciente para recibir su relato, quién luego en su rol de guionista promoverá la misma historia para nosotros lectores, quienes accedemos a su trabajo recreativo.
La nevada fosforecente es la más temprana señal de invasión al apasible transcurrir de la vida del guionista de historietas. Una invasión que no proviene de la naturaleza, sino de la ciencia y de la técnica aplicada, orientada a la destrucción. La muerte toma por asalto la escena y se convierte en actor y decorado, encarnando la primera aparición peligrosa de la tecnología.
"La fantasía de una persecución alienígena, a pesar de no encontrar evidencia que la sostenga, es , por supuesto, una forma de metáfora traumática. Podría tratarse de un efecto psicológico de las tecnologías atacando a la cultura. (…) Dicha agresividad podría ser, ni más ni menos, una proyección del miedo que una cultura tiene a sí misma y a sus propias transformaciones."(Derrick de Kerckhove, 1999; 190)
La lucha tecnológica por el poder y el intento de subordinar a los seres humanos, es el nudo central de El Eternauta. Pero también la idea opuesta, la de el valor de la solidaridad y el esfuerzo conjunto para realizar los grandes logros del hombre.
Es la aplicación del desarrollo tecnológico lo que determina el grado de dependencia de una estructura social por sobre otras. En la obra, hay una escala social bien definida, fruto de la explotación de unos sobre otros según su superioridad tecnológica (de mayor a menor están El Ello, los manos, los gurbos y los cascarudos).
En el caso de los manos se presentan en la historia como seres temibles y monstruosos, sin embargo se sabe que hasta las invasión de los ellos a su planeta, vivían en una tierra de dos soles, con montañas heladas y glaciares, en total armonía. También los cascarudos eran animales inocentes que vivían de los jugos de las grandes flores que crecían en su planeta. A unos se les incorporó las glándulas del terror, a los segundos se los transformó en máquinas. Así han sido afectados por la lucha tecnológica.
Pero es absurdo en este punto de las cosas, hablar del desarrollo tecnológico bajo la dicotomía de lo bueno y lo malo. Pero si es posible marcar la dependencia que el hombre tiene de los instrumentos que crea, como modifica sus acciones y contribuye decisivamente a planificar nuevos escenarios en todos los aspectos, hasta el límite del hombre enemigo de si mismo. Sin entidad propia, la tecnología responde a los intereses particulares, muchas veces al borde de la autodestrucción. Los progresos tecnológicos han devenido siempre de la mano de un discursos esperanzador sobre el futuro. Sin embargo, ese futuro, hoy convertido en presente, es cada vez más desesperanzador, y los usos tecnológicos han servido, en definitiva, para ampliar la brecha entre naciones ricas y naciones pobres, entre grupos de poder hegemónicos (hoy transformados en la netocracia reinante) y subordinados; así, la esperanza tecnológica queda como la gran deuda del siglo XXI.
"Con cada generación técnica se reavivará el discurso salvífico sobre la promesa de concordia universal, democracia centralizada, justicia social y prosperidad general. Cada vez, también, se comprobará la amnesia respecto a la tecnología anterior. (…) todos estos medios, destinados a trascender la trama espacio-temporal del tejido social, reconducirán al mito del reencuentro con el ágora de las ciudades Del Atica." (Mattelart, 2002: 33)
Sin dejar de olvidar que, a pesar de este dato, las tecnologías y la ciencia creadas por el hombre fueron y son las principales acreedoras de una calidad de vida infinitamente superior a la que el planeta gozaba hace 100 años, aún en las sociedades más desprotegidas. Pero ese desarrollo esta muy lejos de multiplicarse equitativamente por el mundo, y esa es la gran deuda social de la tecnología y la ciencia.
Para no perdernos de El Eternauta, los dejo con un avance de la historia, para motivarlos a una nueva lectura;
"En poco tiempo supieron que no era algo de este mundo: estaban ante la primera avanzada de una invasión extraterrestre. Encerrados en esa casa, se supieron unos de los pocos sobrevivientes. Después, peleas y peleas contra los enviados de un enemigo casi invisible: los Ellos. Al final, Juan Salvo es arrojado a otra dimensión del tiempo y el espacio, convertido en el Eternauta. Allí buscará a Elena y a Martita. Eternamente."
Bibliografía citada
KERCKHOVE, Derrick de.1999. La Piel de la Cultura. Investigando la nueva realidad virtual. Gedisa Editorial. Barcelona. (Primera edición en inglés en 1995)
MATTELART, Armand. 2002. Historia de la sociedad de la información. Paidós. Buenos Aires. (Primera edición en francés en 2001)
Para leer más sobre El Eternauta, recomiendo:
¿A quién salva Juan Salvo? Otra lectura de El Eternauta. Por Laura Vázquez.
http://www.tebeosfera.com/Seccion/AEC/03/Eternauta.htm