Leviatán. Thomas Hobbes
Biblioteca del Político. INEP AC
CAPITULO XIII
DE LA "CONDICIÓN NATURAL" DEL GÉNERO HUMANO, EN LO QUE CONCIERNE
A SU FELICIDAD Y A SU MISERIA

Hombres iguales por naturaleza. La Naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del
cuerpo y del espíritu que, si bien un hombre es, a veces, evidentemente, más fuerte de cuerpo o más sagaz
de entendimiento que otro, cuando se considera en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no es tan
importante que uno pueda reclamar, a base de ella, para sí mismo, un beneficio cualquiera al que otro no
pueda aspirar como él. En efecto, por lo que respecta a la fuerza corporal, el más débil tiene bastante fuerza
para matar al más fuerte, ya sea mediante secretas maquinaciones o confederándose con otro que se halle
en el mismo peligro que él se encuentra.

En cuanto a las facultades mentales (si se prescinde de las artes fundadas sobre las palabras, y, en
particular, de la destreza en actuar según reglas generales e infalibles, lo que se llama ciencia, arte que
pocos tienen, y aun éstos en muy pocas cosas, ya que no se trata de una facultad innata, o nacida con
nosotros, ni alcanzada, como la prudencia, mientras perseguimos algo distinto) yo encuentro aún una
igualdad más grande, entre los hombres, que en lo referente a la fuerza. Porque la prudencia no es sino
experiencia; cosa que todos los hombres alcanzan por igual, en tiempos iguales, y en aquellas cosas a las
cuales se consagran por igual. Lo que acaso puede hacer increíble tal igualdad, no es sino un vano
concepto de la propia sabiduría, que la mayor parte de los hombres piensan poseer en más alto grado que el
común de las gentes, es decir, que todos los hombres con excepción de ellos mismos y de unos pocos más
.a quienes reconocen su valía, ya sea por la fama de que gozan o por la coincidencia con ellos mismos. Tal
es, en efecto, la naturaleza de los hombres que si bien reconocen que otros son más sagaces, más
elocuentes o más cultos, difícilmente llegan a creer que haya muchos tan sabios como ellos mismos, ya que
cada uno ve su propio talento a la mano, y el de los demás hombres a distancia. Pero esto es lo que mejor
prueba que los hombres son en este punto más bien iguales que desiguales. No hay, en efecto y de
ordinario, un signo más claro de distribución igual de una cosa, que el hecho de que cada hombre esté
satisfecho con la porción que le corresponde.

A continuacion justifiquen su superioridad intelectual de manera racional o irracional.

Los mas flojos pueden no intentarlo y reconocer que no son mas inteligentes que la que lava la ropa.