Revolution Souls [ Prologo ]

Gritos de dolor se escuchaban en el campo de batalla. Latigazos de fuego y embestidas fatales se veían a la distancia. Se percibía claramente en el ambiente el olor a sangre y muerte; ese olor que para algunos es una musa, ese olor que tiñe de muerte a cualquiera que lo huela.

El teniente y doctor James Bellamy era el encargado del proyecto ‘Hybrid Halo’, el arma absoluta. O como prefería llamarlo el, su ‘alfa y omega’.

“Señor”
“Descanse soldado”

El joven cabo que acababa de ingresar al bunker subterreano construido en la parte más austral del mundo, llevaba consigo una carta sellada y lacrada. Se leía claramente en una de las caras del sobre, en un color carmesí sellada, la palabra ‘Confidencial’.

El doctor Bellamy se levantó de su cómodo sillón de cuero blanco, en el cual estaba sentado fumando de su pipa el mas puro y caro tabaco cubano, mezclado con vainilla y un par de hierbas medicinales, ‘una antigua receta familiar’ solía decir orgulloso y sonriente a cualquiera que preguntase el porque del exquisito aroma en su oficina.

Tomo el sobre con su mano derecha, en la cual vestía un guante blanco de terciopelo con un tribal negro, este símbolo bastante extraño parecía activar en la gente que lo veía un sentimiento de inseguridad y miedo.

El ambiente bajo tierra estaba absolutamente recubierto por roble, poseía una biblioteca a la derecha de la entrada, y un gran escritorio en el centro. El hombre bastante extrañado por la carta que acababa de recibir, se disculpo con el soldado y se sentó de nuevo en el sillón blanco, apoyando la carta en el escritorio, tomo un abrecartas, que parecía un pequeño estoque, de uno de los cajones que el escritorio poseía.

El lugar olía todavía a tabaco y vainilla, la pipa seguía expulsando humo como una pequeña chimenea apoyada en el vidrio que protegía el escritorio de ébano. El doctor rompió el lacre que mantenía sellada la carta con un corte preciso y rápido, tomo el papel que se encontraba en su interior y lo leyó, su expresión cordial se torno sombría. Al terminar la lectura tomo uno de las cerillas utilizadas para prender su pipa e incinero la carta.

Miro al soldado, con una expresión absolutamente desafiante.

“Dile a la junta de superiores que todavía no están listos, esto es realmente una locura”
“Si señor”

El doctor se sirvió whisky en un vaso bajo mientras el soldado se retiraba a la sala de comunicaciones. Tomándose la cabeza con sus dos manos, maldijo a los dioses por lo sucedido. De un gran sorbo tomo el líquido ocre del vaso, y una luz comenzó a titilar en una pequeña caja negra al lado del pequeño objeto que sostenía las pipas que no utilizaba. Maldijo una segunda vez y se levanto del sillón, dio la vuelta al escritorio, y después de tocar un botón oculto en el aparato que titilaba, se apoyo en el vidrio del otro lado del escritorio. La pared que se localizaba enfrente a el se comenzó a abrir, y una gran pantalla surgió detrás.

La pantalla se encendió, y comenzó la transmisión. Del otro lado se podían ver cinco personas sentadas en torno a una mesa cuadrangular, cubierta por una especie de alfombra roja de lo que parecía ser seda. En la punta, se veía a un hombre en la penumbra, su silueta mostraba a un hombre de gran porte y parecía estar entrado en años. A su izquierda, una mujer asiática, de pelo rojizo, la cual vestía una chaqueta oscura con prendedores que denotaban su acción en guerra y honor demostrado. Enfrente a la mujer, se encontraban dos hombres, uno rubio, de pelo corto, vestía una chaqueta igual a la de la mujer y a la del hombre sentado al lado de el, al igual que sus pares llevaba en su lado izquierdo de la vestimenta, en el pecho, las insignias militares. El hombre que se encontraba delante del muchacho rubio, era un hombre de mediana edad, de pelo oscuro, y con barba poblada.

El hombre que se encontraba en la punta, apoyo sus codos en la mesa y se dispuso a hablar. En un tono grave y pausado se dirigió al doctor.

“Estimado doctor Bellamy, ¿acaso usted desafía nuestras ordenes?”

El doctor que se encontraba apoyado sobre el escritorio, se irguió y bajo la cabeza. Por dentro deseaba desaparecer del mundo.

“No señor, pero, desde el punto de vista medico, activar los proyectos justo ahora…”

El hombre de pelo oscuro, levanto su brazo y con violencia lo dejo caer sobre la mesa, corriendo de lugar la tela roja, gritando enojado con una voz ronca.

“¡Es absolutamente necesario!”

El doctor miro la pantalla un segundo, y la pantalla reflejada en sus anteojos parecía escudar sus pensamientos. Su semblante pacifica, parecía haber estado siempre así, como los grandes témpanos blancos que a menudo veía.

“Señores, ya se que es un factor absolutamente definitivo para poder concluir la Guerra, pero piensen en las consecuencias. Si estos proyectos llegan a fallar, si… ¿si se nos llegan a escapar de las manos?”

“Patrañas, ya vimos los informes, y de todas maneras, pueden ser desactivados mediante los códigos de seguridad”

La replica de la mujer pareció llegar como una daga a través de la pantalla. El hombre que todavía se mantenía en la sombra se apoyo contra el respaldo de su sillón, y ordeno:

“Doctor, active los proyectos. Es una orden.”

“…”

El doctor no pudo hacer ninguna replica, si bien, los proyectos ya estaban en una etapa muy avanzada, temía por lo que podrían llegar a hacer. Miro el tribal en su guante, y mientras se descubría la mano se acerco a la biblioteca.

En la tercera fila de libros, estaba uno titulado “Philosophy of Time Travel” escrito por una tal Roberta Sparrow, tomo el libro e ingreso su mano desnuda por el hueco. Se escucharon ruidos de engranajes, el doctor Bellamy bajo la cabeza, y se pudo ver como una lágrima caía del lado interior de sus anteojos.

En un lugar remoto de toda civilización, mas puntualmente en la Antartida, se pudo ver claramente, como dos capsulas eran expulsadas hacia el sur de América Latina, en donde se encontraba el último foco de resistencia argentino.

La primera parte, del prologo de una historia ke vengo escribiendo hace rato =P

Espero ke les guste, espero criticas !