Esta es una historia clásica extraída de la era del Mito griego, no es muy conocida, pero es muy interesante por que deja una enseñanza básica que se verá muy útil a través de muchas otras historias de la misma época.
La historia cuenta como un inofensivo habitante del bosque, el sátiro Marsias, tropezó con un objeto que nunca antes había visto. Se trataba de un “Aulo”, recientemente inventado por la diosa Palas Atenea, el cual es una especie de flauta doble de dos tubos (la cual no puede compararse con la flauta actual). Una cosa más que ignoraba Marsias sobre el objeto era que nada más ni nada menos, sobre éste pesaba una maldición… “A cualquiera que toque esta flauta, que le sobrevenga una desgracia”…
Marsias no tenía la menor idea sobre el manejo del objeto ni sobre la música, pero hete aquí que de la flauta salieron celestiales sonidos, por ser divino precisamente. A Marsias no se le ocurrió suponer que había algo extraño detrás de esto, todo lo atribuyo a su genio.
De esta manera, comenzó sus viajes por pueblos. Todos exclamaban admirados: “No podemos menos que felicitarte, sátiro Marsias!” “Solo Apolo, el dios de la música toca tan bien como tú”.
Y es en este momento donde el pobre de Marsias tendría que haberlo desmentido, aunque sea solo por compromiso. Pero nada mas lejos de esto, no tuvo mejor idea que promocionarse de la siguiente manera: “Sólo Apolo toca tan bien como yo”.
Es bueno, mencionar ahora, que lo mejor que uno puede hacer en la era del mito, es nunca quedar bajo la mirada de los dioses, conseguir su atención y su curiosidad, es sinónimo de problemas, y como esta historia no es la excepción Apolo se enteró como Marsias se fanfarroneaba a costa de su nombre y lo retó a una competición.
Error número dos de Marsias… aceptó el duelo.
Apolo tocaría la Lira y Marsias su Aulo.
El jurado (selecto por cierto) consistía en las musas del arte y de las ciencias.
Antes de comenzar, Apolo le señaló a Marsias “el que gané, podrá hacer con el otro lo que quiera”.
Tocaron: Apolo con la Lira, Marsias con el Aulo.
El resultado fue un rotundo empate. Las musas no podían decidir quien era mejor, pues ambos eran igual de buenos. Entonces Apolo propuso: “Entonces ampliaré la competencia, Marsias esta consistirá en que hagas todo lo que yo haga, si eres capas de ellos, me daré por vencido”.
Apolo dio vuelta su lira, y la tocó con su mano izquierda.
-¡Dale la vuelta tú a tu instrumento Marsias! ¡Y otra cosa!- Y el dios se puso a cantar acompañado por la lira.
-Así-dijo sonriendo-. ¡Hazlo exactamente igual! ¡Canta mientras tocas!
Esto funciona con la lira, pero no con el aulo, semejante a la flauta, si se sopla por el otro lado, no emite sonido y por otro lado ningún ser humano o dios puede cantar y tocar la flauta al mismo tiempo.
De esta manera, Marsias pierde la competición. Las musas coronaron a Apolo.
Apolo le dijo a Marsias:
-Bueno, recuerda que habíamos pactado que el vencido se sometería a la voluntad del vencedor. Yo soy el vencedor.
Cogió a Marsias por el cuello, le ató al tronco de un gran abeto y lo desolló vivo con el aulo. Las musas allí presentes acogieron los gritos de Marsias como una especie de música, pues las musas son capaces de ver lo estético en todas las cosas del mundo.