No puedo evitar preguntarme no sólo quien fue el paj... que tuvo la idea de ponerse a calcular medidas de minas para encontrar la formula de la belleza ideal, lo que suena trucho hasta para chamuyo de boliche, sino quien carajo en Cambridge autorizó un investigación sobre esa boludez y, aún peor, quien mierda puede haber llegado a publicar un paper sobre un tema tan... tan... bueno, "tan"

Esto no da ni para pelicula B de los 80s