Casi 500 beatos fueron proclamados el domingo, la mayor beatificación en la historia de la Iglesia: se trata de 498 mártires de la Segunda República (1931-1939) y la Guerra Civil (1936-1939)
españolas.
La liturgia fue presidida por el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal portugués José Saraiva Martins, con la presencia del Papa Benedicto XVI. Participaron más de 40 mil fieles, muchos venidos desde España.
Durante décadas, la Iglesia ha recogido pruebas de que cientos de sus miembros murieron defendiendo su fe durante el conflicto, lo que los convierte en candidatos a la beatificación. Si los fieles informan de milagros de los nuevos beatos relacionados con la oración, algunos podrían ser considerados para la santidad.
En la ceremonia estuvo presente una delegación del Gobierno de España, encabezada por el secretario de relaciones exteriores Miguel Ángel Moratinos. También estuvo presente el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, quien dijo a la multitud de fieles que los mártires beatificados “fueron fuertes cuando fueron maltratados y torturados. Perdonaron a sus verdugos y rezaron por ellos”
En su homilía el cardenal Saraiva Martins afirmó: “Los mártires se comportaron como buenos cristianos y, llegado el momento, no dudaron en ofrendar su vida con el grito, ‘¡Viva Cristo rey!’”.
El pasaje mas polémico de la liturgia, que pareciera dirigido al gobierno socialista de España, afirma: “Ser cristianos nos impone no inhibirnos ante el deber de contribuir al bien común y moldear la sociedad siempre según la justicia, defendiendo nuestras convicciones sobre la dignidad de la persona, la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la familia fundada en la unión matrimonial una e indisoluble entre un hombre y una mujer, el derecho y el deber primario de los padres en lo que se refiere a la educación de los hijos”.
Dedicado a Pepita