Un avión de línea española sufrió un desperfecto técnico minutos después de partir del aeropuerto de Barajas, en Madrid, y se precipitó a tierra con 160 pasajeros a bordo, de los cuales al menos 100 habría un fallecido y una veintena estaría gravemente herida.

Según el diario español El Mundo, al vuelo 5022 de la compañía Spanair cubría la ruta Madrid-Gran Canaria se habría incendiado uno de los motores izquierdos de la nave, lo que le impidió despegar.

El periódico asegura que la cantidad de víctimas mortales superan el centenar y habría unas 23 personas con heridas de alta gravedad. La nave todavía está ardiendo y una enorme columna de humo cubre la zona del desastre. Unas 20 personas habrían logrado salir del avión con vida, una vez que se rompió en dos partes.

Personal de la comunidad de Madrid y al menos 11 dotaciones de bomberos trabajan en el lugar del accidente.

CAOS ORGANIZATIVO. Horas antes de que ocurriera el accidente, el sindicato de pilotos de Sepla de Spanair, subsidarias de la empresa Iberia, estaba dispuesto a convocar una huelga. El fin era persuadir a los directivos de la aerolínea para que resolvieran "el caos organizativo" de la compañía.

"Este sindicato considera inviable el caos organizativo en el que vive la compañía e informa de que (...) adoptará los pasos necesarios para solicitar ante la Autoridad Laboral la convocatoria de una huelga legal", reza el comunicado.

La línea aérea no estaría pasando por su mejor momento. Este mes se vio obligada a prever la supresión de hasta 1.062 empleados de su planilla ante las dificultades económicas que padece para poder garantizar la viabilidad de la firma y el mantenimiento de cerca de 3.000 puestos de trabajo restantes.

A su vez, el plan incluía reducción de costos, retirada de aviones y un plan de ahorro de gastos de noventa millones de euros para 2009. Sin embargo, el sindicato habría planteado la huelga porque consideran que si bien la empresa realizó “un plan de ahorro inmediato de costos”, para nada se trata de “el futuro de la compañía”.

fuente | Crítica Digital