El rubiecito siempre la caga, es muy habilidoso y es obvio que se va a comer algún golpe porque justo te corre la pelota, pero el flaco no sabe controlarse y empieza a repartir golpes muy mala leche. Uno te bancás, dos te bancás... al tercero te dan ganas de meterle un tucumano y sentarlo en el piso. En todos los partidos que lo vi jugar siempre pasa lo mismo.