Iniciado por
Saisyu
Era el año 1990 y con toda la familia retornábamos a Capital Federal luego de un intento fallido de radicarnos en Santa Teresita, Partido de la Costa, producto de que nos agarró la hiperinflación estando allá y no nos quedó mas remedio que volver. Lo peor de todo fue que no podíamos retornar a nuestro departamento porque lo habíamos alquilado y a los inquilinos les quedaba un año más de contrato... así que era todo un problema.
Entonces a mi viejo se le ocurre buscar una casa provisoria para alquilar en ese año de espera, hasta acá todo normal. El tema fue que al final resultó ser una casita un poco extraña la que había elegido...
Digamos que era una casa en Villa Devoto, localizada a unas cuadras de la cárcel y sobre un pasaje bastante tranquilo, tenía dos pisos y estaba bastante bien por ser algo viejita, piezas grandes, cocina y comedor confortable, en definitiva, una buena casa.
Pero los sucesos extraños no tardaron en llegar, y los sufrí tanto yo como mis hermanos. Primero fueron los ruidos provenientes del altillo, que en realidad era como una habitación en el 2do piso pero le decíamos así porque guardábamos cualquier cosa que no se usara, los 4 hermanos durmiendo en la pieza y escuchar claramente unos golpecitos que eran constantes y bastante irritantes, y para nuestras edades daban miedo. Esto siguió sucediendo pero nos fuimos acostumbrando porque sino mis viejos nos iban a matar de tanto que molestábamos con ese tema, pero una noche apenas habíamos apagamos la luz para ir a dormir escuchamos decir en voz bajita pero bien claro, "alguien me agarró el pie recién?", nadie la había tocado, todos respondimos que no pero ella mucho no nos creía y según ella alguien le había apretado un pie bastante fuerte, terminó durmiendo con mis viejos un tiempo...
Los meses pasaban y continuaban sucediendo cosas raras, desapariciones de objetos, ruidos raros, sensaciones extrañas como de alguien presente o cosas por el estilo. Pero un día, un compañero de trabajo de mi viejo le recomendó llamar a un Cura para que bendijera la casa, dudo un poco porque no es muy creyente que digamos pero lo termino llamando. El Padre vino, se le contó los problemas e hizo un recorrido por toda la casa diciendo alguna que otra oración y tirando agua bendita con una especie de barita o algo por el estilo. Creer o reventar, el resto de tiempo que estuvimos en esa casa nunca más volvió a pasar algo sospechoso y encima al poco tiempo que la dejamos la lograron vender, cosa que no habían podido concretar los actuales dueños, que eran ni mas ni menos que los hijos de la pareja de ancianos que habían fallecido en un accidente de tránsito hacía tan solo dos años atrás.