Dos mil personas ya firmaron un contrato para que congelen sus cuerpos al morir, confían en despertar cuando haya cura para todas las dolencias y la vida sea eterna. Hay 200 personas "bajo cero".
Para criogenizarse hay que estar legalmente muerto. El procedimiento comienza después de que una persona es declarada muerta para evitar lesiones cerebrales que ocurren al pasar algunos minutos tras el paro cardiorrespiratorio. Se congela a la persona a 196 grados bajo cero. Se puede elegir congelar el cuerpo entero o sólo la cabeza, apostando a que en el futuro puedan fabricarse cuerpos para esas cabezas frescas y sanas.
La criogenización es un sistema de conservación de las estructuras biológicas mediante el frío. Las sustancias crioprotectoras se usan para conservar y transportar órganos para trasplantes. Muchas técnicas se basan en el congelamiento, como la criopreservación de embriones: ya hay niños nacidos de embriones criopreservados durante años. "Se criopreservan células madre, embriones, óvulos. Para todos se aplica una técnica distinta, depende del tamaño o si las células tienen agua. Es difícil pensar que un cuerpo lleno de células completamente diferentes pueda quedar bien conservado", explica a Clarín Carlos Carrere, director de Crioprocrearte. Hay células congeladas que pueden conservar sus propiedades vitales, pero los cristales del agua congelada pueden destrozar otras. De todas maneras, hay quienes apuestan al final abierto. "Hay una negación del tiempo. Se niega la madurez y la vejez. La gente quiere vivir en un eterno presente y no asume su finitud", dice el filósofo y escritor Pablo Capanna.
fuente: Clarin