Resultados 1 al 6 de 6

Tema: ¿Porque nos va tan mal durante tanto tiempo?

  1. #1

    Post ¿Porque nos va tan mal durante tanto tiempo?

    Ya casi cerca de cumplir más años de los que me gustaría tener, tengo la frustración de nunca haber podido contestar con convicción una pregunta que me han hecho muchas veces.

    Durante mi vida he viajado mucho por todo el mundo por vacaciones y negocios. Tanto en el extranjero como en la Argentina siempre me han hecho la misma pregunta (formulada quizás de distinto modo pero en esencia la misma): “¿Cómo es posible que a un país (Argentina) tan grande, sin problemas raciales, religiosos o vecinales, le vaya tan mal durante tanto tiempo?”.

    A esta altura de mi vida y con la ventaja que otorgan los años, me animé a ensayar una respuesta.

    Lo hice porque es tan frustrante lo que le pasa a la sociedad argentina, que para cambiar el curso a futuro, la sociedad primero debería entender y asumir el motivo por el cual las cosas llegaron donde están.

    Mucha gente joven, la gran reserva de valor y talento de toda sociedad, está más confundida que nunca y no atina tampoco a encontrar una respuesta a la famosa pregunta. La sensación de ellos es estar embarcados en un navío sin rumbo que bandazo tras bandazo, arroja sus pasajeros al agua.

    Corresponde antes que nada fundamentar por qué tanta gente alejada de Argentina hace esa pregunta. ¿Por qué las personas informadas, comparan la performance de Argentina con la de Chile, Brasil y México? Les resulta incomprensible que dichos países y otros más lejanos, logren que sus sociedades mejoren los ingresos per capita y la movilización social de sus miembros hacia sectores medios, cuando la Argentina reitera década tras década espectáculos lamentables de desorden, retraso e involución socio-económica.

    La pregunta se hizo más frecuente cuando hace unos 15 años resultó evidente que países atrasados relativamente como Irlanda, Portugal y los países del este Europeo se encaminaban rápidamente a recuperar su tiempo perdido, creciendo y mejorando el nivel de vida de sus sociedades, partiendo de condicionamientos quizás aún mayores a los argentinos. Últimamente y para colmo de los argentinos, China e India con un bagaje histórico de miseria incomparable al argentino, también lograron encontrar un camino para salir de la pobreza, incorporando anualmente millones de personas a los niveles medios de consumo de sus sociedades.

    Entonces, ¿qué pasa en Argentina? Algo debe estar muy mal. Es cierto y obvio, algo está muy mal, pero está mal desde hace casi 70 años y sigue cada vez peor. Hacia fines de la década del 40 comienza el periodo de confiscaciones y transferencias de ingresos dentro de la sociedad, con corrupción en el Estado y exilio de las elites ilustradas de poder.

    Al mismo tiempo, en vez de sentar las bases de un funcionamiento socio-económico sano basado en el esfuerzo, la innovación, la competencia, la distribución equitativa del ingreso, el ahorro y la inversión, se edificó un sistema socio-económico cerrado, corporativo, subsidiado y distribucionista, que fue el caldo de cultivo ideal para la corrupción social.

    Desde esa época hasta hoy y en forma más o menos ininterrumpida, la sociedad argentina se acostumbró a ver en el Estado a un ente que supuestamente “existe” separadamente del resto de la sociedad y que, según esta enraizada filosofía política, tiene la capacidad y obligación de conseguir recursos para distribuirlos entre el resto de la sociedad a la usanza del proceder del soberano para con sus cortesanos (como en Europa hace 300 años).

    En el proceso, los burócratas se sirven a discreción de esos recursos en actos de corrupción más o menos grotescos, pero siempre judicialmente impunes.

    Esta filosofía política no es patrimonio exclusivo del partido Justicialista. Todos los que gobernaron en la Argentina desde 1940 en adelante se sintieron compelidos a endeudar a la Nación, gravar y/o confiscar a sus ciudadanos y repartir recursos en función de las presiones corporativas cortesanas.

    En las sociedades exitosas la población percibe al Estado como la suma de ellos mismos. Allí el Estado no hace más que aquello que los habitantes deciden que haga y lo que los habitantes están dispuestos a financiar.

    En Argentina, la filosofía a la que hago mención es la que por un lado se percibe que están los habitantes y por el otro esta el Estado benefactor, que la sociedad fabula que tiene una existencia autónoma de la de la población. Los argentinos pretenden contribuir a ese Estado con lo menos posible o nada y exigir de él lo máximo posible o todo.

    Los argentinos no aprenden en el colegio, ni en la vida, que los derechos van de la mano de las obligaciones.

    Cualquier argentino podrá rápidamente recitar sus derechos, en especial los derechos que creen tener frente a un Estado que suponen debiera proveerles de todo, pero cuando deben recitar sus obligaciones para con la sociedad, la cosa se les pone más confusa. No por nada el mayor deporte que practican los argentinos es zafar, o sea: no tener obligaciones, endosarlas a alguien menos avezado y utilizando lo que los argentinos llaman con cierto orgullo “una avivada”, obtener los mayores derechos posibles pero sin asumir obligación solidaria para con la sociedad o el Estado.

    Es tan arraigada en la población esta filosofía de pretender todo del Estado aportando poco o nada, que los gobernantes sean del partido que fueran, se vieron siempre obligados a convertirse a esa filosofía elevándola a la gran máxima de la política argentina. Así, con el correr de las décadas, una metástasis ideológica se dispersó por el cuerpo social.

    El que no reparte o declama repartir desde el Estado, no tiene ninguna chance de permanecer en el poder. La población quiere gobernantes que repartan y los salven de todas las incomodidades y/o miserias, pero nadie está dispuesto a aportar casi nada a ese Estado que debe cumplir con esas universales pretensiones sociales. Los argentinos desean un Estado escandinavo a la hora de repartir pero uno nigeriano a la hora de contribuir y trabajar.

    Por eso el problema no es de quien gobernó al país, el problema es de un contrasentido mucho más profundo.

    En este catastrófico contrasentido de filosofía política, está una de las causas del declive argentino.

    El declive absoluto y relativo de la sociedad argentina se debe a que los gobernantes nunca tomaron medidas efectivas para encauzar la economía como hicieron Chile, Brasil, México, Irlanda, España, etc. etc. Haberlo hecho hubiera implicado decir la verdad y haber repudiado la filosofía perversa que he descrito anteriormente y con la que comulga la amplia mayoría de la población.

    Los gobernantes de los últimos 70 años siguieron implementando diversas recetas económicas pero siempre dentro de la filosofía mencionada y debido a ello el Estado siempre terminó insolventándose en algún punto, creando un enorme caos económico destruyendo ahorros, avasallando derechos, desalentando planes e inversiones de largo plazo y lenta pero inexorablemente dejando a la Argentina atrás en la carrera mundial por el crecimiento y la inversión.

    En la década del 40 el gobierno del momento pudo iniciar este proceso dilapidando las reservas en oro y créditos contra los aliados acumuladas durante la Segunda Guerra Mundial. Terminados esos recursos, se empezó a echar mano de la inflación y de las confiscaciones (ley de alquileres, IAPI, expropiaciones viles, etc.) En la década del 60 la insolvencia del Estado terminó en una maxi devaluación y con la emisión de cuasi-moneda en la forma de títulos públicos que se hicieron famosos “porque había que pasar el invierno”.

    En la década del 70 el Estado se financió emitiendo un festival de títulos públicos internos y cuando se insolventó, produjo con el Rodrigazo una de las tantas confiscaciones y brutales transferencias de ingresos.

    En la década del 80 la combinación de magia económica (Plan Austral), maxidevaluaciones, hiperinflación y confiscaciones (ahorro obligatorio y canje forzado de plazos fijos) fue el final de la insolvencia estatal e ineptitud de la época.

    En la década del 90 el endeudamiento externo masivo y la venta de activos públicos a mansalva, financió la filosofía distributiva del estado.

    En lo que va del siglo XXI, el repudio de la deuda publica con el default más desvergonzado de la historia mundial moderna, permitió rearmar precariamente un Estado insolventado por enésima vez y por los mismos motivos de siempre: gastar y malgastar lo que no se tiene.

    Por último y ya recientemente, la confiscación de las rentas de los sectores primarios (agro, minería e hidrocarburos), la creciente inflación y la confiscación de los ahorros voluntarios depositados en las AFJP, tratan de poner maquillaje a un proceso que luego de 70 años da muestras de un irreparable destartalamiento.

    Vemos entonces que durante las últimas siete décadas los gobernantes argentinos no tuvieron más remedio que representar el papel que la sociedad esperaba del Estado: Un proveedor de recursos a sectores corporativos de presión.

    Como la sociedad nunca estuvo dispuesta a aportar recursos al Estado para que asumiera ese rol (como por ejemplo en Escandinavia) el Estado argentino cayó múltiples veces en la insolvencia, desbarrancando la sociedad en episodios crecientemente espectaculares y violatorios de principios constitucionales y jurídicos.

    Cada nueva vuelta de la calesita y hecatombe de insolvencia, produjo atraso y más pobreza, por lo que el país década tras década se fue quedando atrás de otras sociedades que avanzaron.

    Todos los sectores sociales son responsables de la filosofía prebendista. Los empresarios con sus leyes de promoción industrial, sectorial, pedidos de salvataje y subsidios de todo tipo y su desvergonzado cortejo al político oportunista de turno. Los sindicatos con sus múltiples sistemas de absorción de recursos para corrupción, sus métodos mafiosos y su aversión a aumentar la productividad y a aceptar la dinámica mundial de la competencia. La clase media con su clamor por subsidios a consumos de todo tipo y su ansia de que el estado los proteja de cualquier cosa. Los pobres con sus “planes trabajar”, “jefas y jefes”, “la caja PAN”, jubilaciones sin aportes, etc. etc. Los burócratas agrandando cada vez más la burocracia y sus entes recolectores de recursos para financiar corrupción en gran escala más sus propios regimenes de privilegio.

    Todos quieren que el Estado los proteja, los subsidie, los haga trabajar menos días al año, les pague parte de lo que deberían pagar, les financie dedicarse a no hacer nada, los jubile lo mas jóvenes posible aportando poco o nada y los salve de asumir la responsabilidad por sus propios errores de decisión. En lo que además todos coinciden es en que nadie quiere contribuir lo necesario para que ese monstruoso e ineficiente sistema de reparto pueda ser financiable.

    Los argumentos para que el Estado durante estos 70 años asumiera el rol mencionado, son curiosamente constantes de administración a administración. Al paulatino pero constante deterioro económico general, se suma un factor mortal para cualquier sociedad: un empresariado que hace décadas que -salvo algunas excepciones como turismo, telecomunicaciones, construcción- no invierte sumas significativas en actividades de riesgo.

    Nadie en su sano juicio invertiría en la Argentina si es para venderle algo al mundo: Chile, Brasil y México serían para ese caso, las opciones inteligentes para cualquier inversor en esta parte del globo.

    La poca inversión empresaria relevante que hay en Argentina es para abastecer el MERCOSUR, atender a los turistas que vienen a pasear, satisfacer la demanda de nuevas tecnologías de comunicaciones o, a falta de sistema financiero confiable, darle una canalización alternativa a los ahorros de la sociedad (en la construcción).

    Basta ver las plantas que arman mucho, producen poco e innovan nada, que hay en Patagonia, La Rioja, San Luis, San Juan, etc. al amparo de regimenes de promoción industrial de todo tipo, para comprender lo que menciono.

    Si aún faltaran argumentos convincentes, basta repasar mentalmente todas las familias argentinas que en la década del 80 y 90 vendieron sus empresas y comparar los montos obtenidos por ello con sus efectivas reinversiones en actividades de riesgo argentino, seguramente nadie puede nombrar más que migajas de lo segundo.

    ¿Por qué los capitalistas argentinos no invierten? ¿Son malas personas? ¿Son todos haraganes que venden sus empresas y usan el país de dormitorio?

    La falta de una elite de poder visible capitalista inversora y comprometida con el futuro del país, sumada a la filosofía del pueblo argentino de exigir a sus gobernantes que administren un Estado repartidor de recursos al que nadie quiere aportar, es mi ensayo de respuesta al continuo declive argentino.

    He explicado el proceso por el cual los gobernantes estuvieron inclinados hasta ahora a insolventar rutinariamente al Estado con tal de seguir las presiones distribucionistas de la sociedad.

    Pasaré ahora a explicar porque no hay inversión empresaria relevante como en Chile, Brasil o México (por mencionar los más cercanos).

    Toda sociedad moderna exitosa se estructuró históricamente en forma similar:

    a) Una mayoría numérica de personas que con el paso del tiempo incorporan niveles crecientes de educación y poder adquisitivo, viviendo de un trabajo crecientemente productivo, en los sectores públicos y/o privados;

    b) Una minoría numérica de personas dedicadas a satisfacer las necesidades religioso espirituales de la sociedad;

    b) Una minoría de personas que conforman una elite de poder político, militar, intelectual y empresarial. Este último grupo se alterna en puestos empresarios, institucionales y académicos comprometiéndose con el devenir de la sociedad en que viven, a través de su participación en puestos de poder y en centros académicos y con sus ahorros, en inversiones de riesgo.

    Si bien la Argentina no escapa a este modelo, lo que la distingue es que la elite se ha ido camuflando, abandonando las posiciones de poder político a los oportunistas de turno y resguardando su capital en jurisdicciones que los protegen de las confiscaciones. Este proceso se inicia hace décadas. Ha sido la silenciosa y discreta respuesta de la elite argentina a las confiscaciones reiteradas del Estado argentino, a una sociedad que los usa de chivos emisarios y que prioriza la mediocridad intelectual por sobre la ilustración.

    Es muy difícil que un individuo confíe sus ahorros a una jurisdicción donde la ley de alquileres le confiscó sus propiedades urbanas, donde la inflación hizo lo propio con sus ahorros, donde leyes retroactivas de supuestos ahorros obligatorios, canjes forzosos de plazos fijos, corralitos financieros e hiperinflaciones, destruyeron masivamente los ahorros de generaciones. Y todo ello adecuadamente convalidado por las respectivas Cortes Supremas de Justicia de cada época.

    Conclusión:

    La Argentina quedó trabada y enredada en su propia red. No pudo subirse al tren del desarrollo mundial en el que viajan nuestros vecinos exitosos y terminó en el pozo internacional de los irrelevantes.

    Una metástasis ideológica en toda la sociedad dio lugar a una filosofía perversa de exigir que se distribuya lo que no se tiene y a la elite a camuflarse, cediendo el poder a los ineptos oportunistas políticos de turno que demagógica y sistemáticamente buscan el poder persiguiendo sus propios inconfesables objetivos de corto plazo.

    La combinación de ambos factores y el espectáculo de desorden y comportamiento internacional bizarro de la sociedad argentina, terminó ahuyentando a los únicos que eventualmente podrían haber quedado: los inversores extranjeros.

    Mi impresión es que el proceso está llegando a su fin, no porque la sociedad reniegue de la mencionada filosofía política, si no porque se han agotado las alternativas de financiamiento. No hay financiamiento del exterior, no hay ahorro local formal canalizable a inversiones de riesgo, no hay empresarios nacionales ni extranjeros que inviertan significativamente, no hay una elite intelectualmente preparada incentivada para comprometerse con el futuro del país, la rebelión social a impuestos confiscatorios acaba de nacer y la inflación moderada aceptable tiende rápidamente a retroalimentarse hacia niveles intolerables.

    La gran incógnita es cómo reaccionará la sociedad cuando por falta de fuentes alternativas de financiamiento el Estado ya no pueda hacer frente a las demandas de la mencionada filosofía política distribucionista.

    ¿Qué dirán los empresarios que viven de sus empresas con promoción industrial, protegidos de incumplir normas internacionales y/o directamente subsidiados de mil formas?

    ¿Qué dirán los sindicatos cuando tengan que atender con eficacia la salud de sus afiliados, no les sobren más recursos para la corrupción y deban implementar normas para un continuo incremento de la productividad laboral a tono con la competitividad argentina en un mundo globalizado?

    ¿Qué dirán los funcionarios públicos cuando ya no haya fondos para financiar la corrupción en gran escala y para sus aparatos burocráticos inviables e injustificables?

    ¿Qué dirán las Fuerzas Armadas cuando ya no haya recursos para sostener sus privilegios y modus operandi obsoletos (Malvinas), con el gastado argumento de la defensa nacional?

    ¿Qué dirán los punteros políticos cuando los planes destinados a paliar la pobreza ya no pasen por sus manos antes de llegar a los genuinamente pobres y merecedores de ayuda?

    ¿Será capaz la sociedad Argentina de entender su metástasis ideológica y aceptar que cada uno debe proveer a lo suyo sin esperar nada del Estado; ahorrar, ser honesto y contribuir con un poco de lo que gana a un Estado pequeño, honesto y eficiente que sólo se limite a hacer y proveer aquello que los individuos por sí no pueden hacer?

    ¿Serán los argentinos lo suficientemente humildes para aprender los métodos de las sociedades chilenas y brasileñas, sin descalificarlas por simple envidia y resentimiento?

    ¿Encontrará la sociedad argentina un líder político que deje de mentir y le diga la verdad como hizo Winston Churchil : “solo puedo prometerles sangre sudor y lagrimas”?

    ¿Tendrá la Argentina la “suerte” de sobrevivir a un episodio institucional gravísimo, que eventualmente aglutine la opinión pública tras la refundación de una 2º República (Francia necesitó 5 para finalmente encaminarse) y una nueva Constitución que garantice no tropezar por segunda vez con la misma piedra?

    ¿O será la Argentina uno de esos organismos que prefieren morir sin conocer la razón de lo que les pasó, antes que reconocerse en el espejo como la causa de su propio infortunio?

    La historia nos enseña que los vacíos de poder tarde o temprano se llenan.

    Si la sociedad argentina sigue bajando escalones hacia la pobreza y la irrelevancia mundial, al tiempo que nuestros vecinos ascienden por la misma escalera, un escenario dantesco podría ser el final de la triste historia de una sociedad fallida que una vez se llamó Argentina.

    por Guillermo Hoter para observadorglobal.com

  2. #2

    Re: ¿Porque nos va tan mal durante tanto tiempo?

    no entendi bien el final...
    hay una escena peor a la q estamos viviendo? eso q seria? como una argentina post-apocaliptica con edificios derruidos y gente viviendo con ropas arapientas y en las cloacas?

    me lo lei todo, es bastante interezante, pero eso yo lo estudie en el secundario en 3 o 4 año, no me acuerdo.
    pero nos enseñaron q habia 2 tipos de democracia, una vertical y otra horizontal, una delega su poder en alguien que se pone por arriba de todos (vertical) y la otra debate todos las cosas entre si (horizontal).
    las republicas en europa tienen son horizontales Y verticales.
    aca adivinen como es? si, vertical unicamente, y asi nos va.
    si se dan cuenta, el argentino siempre buscar la culpa cuando 1 hace mal las cosas, nunca es culpable uno mismo, ni en el mas minimo porcentaje.

    ejemplos tontos:
    El argentino se queja de la inseguridad, a su vez el argentino va a comprar celulares al bolishop sabiendo de su "dudosa" prosedencia.
    Siguiendo con el tema de la inseguridad.
    El argentino SABE que el vecino vende paco, a su vez no lo denuncia.
    El argentino se queja del trafico, a su vez deja el auto con las balizas por 30' para esperar a q el hijo salga del colegio.
    El argentino se queja de la mugre q hay en las calles, a su vez, cuando no tiene un cesto a mano o no tiene ganas de ganas de buscar uno, lo tira al piso.



    Si uno, no empieza por uno mismo, porq el pueblo deberia de cambiar?
    Que hace cada uno para que esto siga asi?
    Nada... y por eso nos va como nos va.

    salu2

    [glow=blue] BACK - PLAYER [/glow]I DONT NEED TO "GET A LIFE" I'M A GAMER. I HAVE LOTS OF LIVES!

  3. #3

    Re: ¿Porque nos va tan mal durante tanto tiempo?

    Me parece mucha fanfarria, para defender una opcion mucho peor a la q hay. Entregarse a capitales extranjeros q vienen a chupar el mayor capital para escapar al extranjero. Y decir q la pobre "elite" empresarial e intelectual debe resguardar su capital porq los pobre y los mediocres clase media quieren sacarle su dinero es vergonzoso.
    La verdad lo q vengo escuchando en posturas Neo liberales de apertura de mercado durante este tiempo especialemnte de elecciones me da asco. Obvio q la sociedad argentina tiene q tomar conciencia q ninguna fuerza superior o externa a uno mismo le va a dar soluciones . Pero entregarse al capital y potencias extranjeras es un suicidio. Si te parece realmente q la solucion sea por ejemplo la china e india con la q no tenemos comparacion por la cantidad de habitantes etc. Peor todavia imagina q esos paises entraron en competitividad gracias a la explotacion sistematica de empresas extranjeras de niños, mujeres, hombres en forma de semi exclavitud en fabricas y demas. Es como usar de ejemplo a los tigres asiaticos. Obvio q el ingreso per capita aunmenta pero a costo de q haya gente q cobre 2pesos y gente q cobre millones.
    Realmente no puedo dar soluciones magicas o decir q soy el ejemplo revolucionario q va a llevar adelante el pais. Pero realmente se necesita abrir los ojos y ver lo q esta "nueva politica" esta proponiendo realmente me da miedo.

  4. #4
    1 2 3 14 Avatar de Poo
    Fecha de Ingreso
    20 oct, 08
    Ubicación
    Moron
    Mensajes
    3,614

    Re: ¿Porque nos va tan mal durante tanto tiempo?

    no estoy de acuerdo para nada... la verdad me da bastante asco lo que piensa este señor.
    DEMACIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

  5. #5

    Re: ¿Porque nos va tan mal durante tanto tiempo?

    Cita Iniciado por Poo Ver Mensaje
    no estoy de acuerdo para nada... la verdad me da bastante asco lo que piensa este señor.
    por Guillermo Hoter para observadorglobal.com

    Lo pongo aca para que no se la agarren conmigo, para mi tiene cosas con aciertos y otras que no..

  6. #6
    Banned
    Fecha de Ingreso
    10 oct, 06
    Ubicación
    made in argentina
    Mensajes
    5,901

    Re: ¿Porque nos va tan mal durante tanto tiempo?

    Dirigencia politica argentina incompetente para sus funciones.

    Asi lo estudio el politologo argentino Guillermo o'donnel.

Temas Similares

  1. como va tanto tiempo
    Por Shorts en el foro Outlands
    Respuestas: 19
    Último Mensaje: 09/04/2007, 04:40

Permisos de Publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •  

ESCORTS Capital Federal | ESCORTS Zona Sur | ESCORTS Zona Norte | ESCORTS Zona Oeste | ESCORTS Mar del Plata | ESCORTS La Plata | ESCORTS Cordoba | ESCORTS Rosario | ESCORTS Tucuman | Escorts Almagro | Escorts Belgrano | Escorts Caballito | Escorts Centro | Escorts Flores | Escorts Microcentro | Escorts Once | Escorts Palermo | Escorts Recoleta | Escorts Tribunales | Escorts Devoto | Escorts Villa Urquiza | Escorts Caba