El jueves pasado, la Iglesia difundió un mensaje desde Roma: anunció que el papa Benedicto XVI había lanzado un llamado a la Argentina para terminar con el “escándalo de la pobreza”. La convocatoria se enmarcaba en la colecta Más por Menos, que lleva adelante la Iglesia argentina todos los años y que en esta oportunidad será en septiembre próximo. Pero los facsímiles muestran que en la publicación oficial de la colecta católica el mensaje papal lleva fecha de mayo, que fue omitida en la página web del Episcopado, como si acabara de llegar.

El viernes, con el mensaje rebotando en los medios, el cardenal Jorge Bergoglio reiteró el concepto en la misa en San Cayetano.

A partir de 2006, cuando los salarios recuperaron su nivel previo a la crisis de 2001, su política de recuperación de ingresos para los sectores populares se atascó en un embudo. Los oligopolios que controlan la economía decidieron que ya era suficiente y respondieron con aumentos de precios que desataron un proceso inflacionario. La respuesta gubernativa fue negociar acuerdos que los más concentrados nunca cumplieron, como lo prueban sus saludables balances, y aplicar cirugía reductiva a los índices. Esto demolió la credibilidad de la palabra oficial sobre casi cualquier tema y no es seguro que los esfuerzos de la presidenta CFK alcancen para revertirlo. Por eso se ha vuelto vulnerable a este tipo de operaciones, que no se privan ni siquiera del grotesco de la Sociedad Rural proponiendo un programa contra la pobreza.

¿Por qué habrá sido?

Pródigo en metáforas, el vocero episcopal celebró que los conceptos papales “cayeron como una bomba en el gobierno, debilitado por la derrota electoral”. La frase sobre la pobreza fue la tapa de los principales diarios del viernes 7.

La legitimidad del reclamo es impecable y eso hace repugnante sumar al escándalo de la pobreza el de su manipulación.

Por Horacio Verbitsky.