Pequeño cuento (capítulo de una novela más bien) que explica como pensó la escuela en su momento la generación del 80, y como sigue funcionando hoy

(Sancho es el gobernador de de un país ficticio que representa a la Argentina)

Apenas asomó el rubicundo Febo por las puertas y balcones de Oriente (...) cuando sacaron al Gobernador (...) y lo condujeron a la Sala de los Altos Capítulos para atender los negocios del día. Apareciose entonces un señor cabezón y gordito, enteramente calvo, salvo por una ligera pelusa amarilla que le cubría el cascarón y con una carita redonda de torta pascualina, abundantemente poblada por una ineflabe sonrisa. El señor sacó la la gorra, dio los buenos días, mostró a Sancho las manitas -palma y dorso- extendidas y dijo:

-La vaca es una nimal que tiene cola, cuatro patas, cuernos y cabeza. También da leche, queso y manteca. Según la Historia Natural, la vaca es un animal rumiante. ¡Qué animal tan útil es la vaca!

Sorprendióse el buen Sancho al oír tan nuevas razones, y preguntó al Doctor Pedro Recio de Afuera:

SANCHO - ¿Quién es el doctor?
RECIO -Es el Hombre Encargado de Hacer los Libros Para las Escuelas Primarias.
SANCHO - ¿Qué pretende?
RECIO - Pretende un Premio Nacional de Literatura de 200.000 pesos, en mérito a su gran esfuerzo y obra proficua.
SANCHO - ¿Qué obra?
RECIO - Haber realizado la uniformidad de la Escuela Primaria.
SANCHO - No entiendo eso.
RECIO - Perdone Su Prominenca: la escuela primaria debe ser uniforme en todo el país, y todos los maestros deben pensar, decir y enseñar las mismas cosas con las mismas palabras.
SANCHO - ¿Por qué?
RECIO - Porque de ese modo será posible que un Alto Consejo de Funcionarios, situado en la cabeza de nuestro país pueda de un solo gesto hacerlas danzar a todas las escuelas al son que quiera, aunque estén situadas a diez mil leguas de distancia.
SANCHO - ¿Y qué vamos ganando con eso?
RECIO - Vamos ganando el manejar mucha plata, y el poder dar puestos a los amigos, única manera de gobernar a la gente de este país; sin contar las innumerables ventajas pedagógicas y estéticas de la uniformizaciób, que seguramente no escapan a Su Prominencia.
SANCHO- No escapan. ¡Qué van a escapar! Lo único que no veo es el mérito literario de este señor gordinfloncito -¡míralo tu ahora cómo se chupa el dedo el angelito!- en esas cosas que dijo de la vaca.
RECIO - Y sin embargo, es extremado. ¿No ve Su Prominencia que en nuestro país hay niños de muchas clases?
SANCHO - Probablemente.
RECIO - Y habrá naturalmente algunos niños más listos... y también por fatalidad algunos niños idiotas, ¿eh?
SANCHO - Eso seguro. ¡Misericordia no había pensado!
RECIO - AHora bien; y estéme atento Usted a mi raciocinio. ¿Cómo se podrá uniformizar la enseñanza de todos los niños, anoser con libros de texto que estén al alcance de los idiotas?
SANCHO - Es cierto.
RECIO - ¿Ve ahora Su Prominencia el esfuerzo enorme que supone escribir un libro entero solamente de frases idiotas, sin errar una sola?
SANCHO - Veo, comprendo y admiro.

(...)



El texto sigue, este es un fragmento que me pareció interesante alcanzarles. El texto corresponde a "El Nuevo Gobierno de Sancho", escrito por Leonardo Castellani, padre jesuita.