Gustavo Germano

“Se habla mucho del pasado, se dice que esto es el pasado. Para mí el pasado es el presente, yo hoy no tengo dónde ir a llevarle flores a mi viejo. Eso es ahora, no es algo que ya pasó. Más allá de que uno pueda tener más o menos elaborado el dolor. Yo no quiero elaborar nada”, dice Camilo, que querella en el juicio sobre los crímenes cometidos en la ESMA. Lo que quiere Camilo es contarle al tribunal quién era su papá, Enrique Juárez, cineasta y dirigente nacional de la Juventud Trabajadora Peronista y cómo cuando se lo llevaron se juntó un montón de gente del barrio en la casa de Florida porque su viejo “era un tipo querido”. Y después la falta. La sensación de ser un poco todos los días el chico que espera que su papá vuelva para hacer el asado con el carbón que tenía en el baúl el día que no pudo escapar de una cita podrida y terminó en la ESMA.

“Me hubiera gustado que mi viejo me enseñara a hacer un asado. O que me llevara a la cancha”, dijo Carlos Pisoni ante los jueces que juzgan a los represores de los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo (ABO). Declaró en diciembre por la desaparición de sus padres, Irene Bellocchio y Rolando Pisoni.

Antes de terminar, Carlos les habló a los represores que estaban en la sala: “Mírenme a la cara y díganme dónde están los cuerpos”. “Yo reclamé los cuerpos de todos, no el de mi mamá y de mi papá, y además recalqué el reclamo por la vida, porque hay cuatrocientos pibes y pibas que tienen 32, 33, 34 años y no sabemos dónde están. Y están vivos.”

El los miró. Ellos lo miraron. Samuel Miara, Eduardo Emilio Kalinec, Luis Juan Donocik. Pudieron haber torturado a sus padres con sus manos. O decidido sobre sus vidas. “No es odio lo que siento. Verlos ahí me produce felicidad. Después de tanto tiempo... Que lleguen esposados y se vayan a Marcos Paz”, asegura.

Página/12 :: El país :: Cómo contarle a un tribunal qué es la ausencia


A no olvidar. Disculpas a los que siempre dicen aca "Me tienen podridas las abuelas de plaza de mayo".