Tiendo en cuenta el clima del Bicentenario se me ocurrió abrir un post que trate sobre los sucesos de Mayo. Expongo a grandes rasgos lo que creo que sucedió por esos días agitados de Mayo, y sobre todo mi disconformidad con la interpretación posterior que hacen los historiadores.
Espero sea de interés, yo creo que toda nuestra historia ya se va perfilando en esos días aciagos, aunque sería muy anacrónico afirmar que tal o cual es el antecedente directo de la historia presente, si creo que en los sucesos de 1810 se encuentra el germen de lo que sucede hoy día, y que nada de lo pasado es tan viejo como para no influir. Sin más preámbulo:
Atentos los oídos (bueno, mejor los ojos) a esto que digo: Es un mito que nuestra Revolución de Mayo tuviese algo que deber a la Revolución Francesa. Esta es una mentira que tiene como fin presentar a Nuestra Gesta, como la expresión de un pueblo ilustrado y democrático que quería desembarazarse de sus odiosos tiranos oscurantistas, los españoles. Quienes inventan esta oscura falacia, son los vencedores de Caseros, que tratan de identificarse con los Patriotas de Mayo, para a su vez, hacer a Rosas y a los caudillos federales, representantes del poder retrógrado Español.
Una vez escrita la Historia Oficial, cientos de historiadores y pensadores, independientemente de si coincidían con Mitre and company, siguieron trasmitiendo muchas de sus mentiras… así por ejemplo, hay incluso nacionalistas y peronistas que son capaces de admirar a figuras como Moreno.
¿Por qué afirmo que la Gesta Patriótica nada tiene que ver con la Tragedia Francesa? Lo básico e indispensable es entender que la Revolución Francesa era un fenómeno contemporáneo a la Revolución de Mayo (aun si no queremos incluir a Napoleón como parte de la Revolución Francesa, la distan apenas diez años de diferencia con la nuestra), y era un suceso con pésima prensa.
Cuando el mundo entero contemplaba la Revolución, veía en general simplemente a un proceso sangriento, que no había hecho más que sumir a Francia en una terrible guerra civil, y al mismo tiempo a confrontarla con varios países europeos. Lejos de admirar la Declaración de los Derechos del Hombre (que de hecho, es una copia de la Norteamericana) o la Constitución, todos recordaban con espanto el asesinato del Rey Luis y de María Antonieta, el terror y Robespierre, y para colmo de colmos, todo había dado en un Emperador Plebeyo que no hacía otra cosa que invadir países y hacer la guerra.
Para empeorar las cosas, ese loco había invadido la Madre Patria. Independientemente de que eso propició el momento para comenzar el camino revolucionario, es cierto que los criollos tenían un vivo respeto por los españoles y algo de desprecio por los franceses, que eran herejes y afeminados.
Porque esa es otra cuestión que parece que siempre se olvida. Los españoles habían dado a los criollos una importante herencia católica; allí donde los españoles conquistaban, allí erigían sus Iglesias y creaban sus Universidades (los españoles, que para toda la historiografía resultan bárbaros dotaron a sus tierras de ultramar con Universidades y se preocuparon por la educación; los ingleses, prototipos de la civilización no dieron una sola en ninguna de sus colonias).
Los libros de la Ilustración eran material prohibido y poco interesante para los criollos; muy pocos leyeron esos textos, y lo hicieron siempre con el permiso de la autoridad eclesiástica, por lo que se demostraba la confianza que se tenía en que no se iban a dejar influenciar por esa literatura exótica.
Para terminar con el asunto, los invito a que busquen algo que demuestre el carácter Ilustrado de la Revolución de Mayo. Poco más que el Decreto de Supresión de Honores, la traducción del Contrato Social y ciertos cambios en la jerga política no van a encontrar. Las discusiones del Cabildo lejos están de representar ideas revolucionarias, sino que están más basadas en los textos de Suárez y otros tomistas. Y aún que encuentren opiniones comparables a las de la Revolución Francesa, se van a chocar con que la posición que arrastró todos los votos fue la del conciliador y conservador Saavedra, al cual me daría mucha risa que de golpe y porrazo me lo quieran hacer ver como un jacobino o algo así.
En esta curiosa trama de mentiras nuestros queridos bienpensantes buscan que pensemos cosas tan raras como que los Sucesos de Mayo son un golpe cívico y democrático, en el cual el pueblo soberano se reunió frente al Cabildo porque quería saber de qué se trataba todo. Bueno, yo me atrevo a decir algo que suena un poco a herejía histórica: la Revolución de Mayo fue un golpe militar, ideado y encabezado por militares.
Para empezar, que quede en claro que el cuartel de las conspiraciones era nada más y nada menos que el Regimiento de Patricios, dirigido por el ilustre Saavedra y otros conocidos criollos, como Belgrano (a quien se le suele considerar extrañamente como un prócer civil que de manera espontánea fue hecho militar para dirigir la campaña del norte). Si se quiere ver la grandeza de Saavedra, él es quien vence la Asonada de Álzaga en 1809 (asonada que hubiera dado de golpe y porrazo el poder a los peninsulares y hubiera atrasado la Revolución unos cuantos años) y desarma los regimientos españoles, dando todo el poder a los criollos. De no haber sido desarmado estos regimientos, constituidos por milicias veteranas y valientes, la Gesta de Mayo hubiera desembocado en un sangriento episodio de resultado impreciso.
El famoso Cabildo Abierto del 22 de Mayo se presenta muchas veces como muestra de lo democrática y civilizada que era la sociedad de la época (emparentándola directamente con los procesos revolucionarios –inglés, norteamericano y francés que se daban). Bueno, la institución del Cabildo era vestigio de la dominación española, que estaba muy lejos de aquellos arquetipos. Pasa que los españoles siempre fueron mucho menos absolutistas y centralizadores que el resto de sus hermanos europeos.
En fin, en la ciudad de Buenos Aires vivían por esos días vivían algo así como cincuenta mil habitantes, de los cuales tres mil (según registros del virrey Cisneros) serían considerados “vecinos”, es decir, gente sana que, en caso de algún suceso importante tenían derecho a intervenir en los cabildos. Bueno, de esos tres mil, curiosamente se invitaron sólo quinientos, de los cuales asistieron doscientos cincuenta y uno. Cisneros atribuye todo esto a que los comandantes militares dirigidos por Saavedra condicionaron las citaciones y evitaron mediante la amenaza, la presentación de muchos otros.
Si se quieren más pruebas de la importancia que tienen los militares en la Revolución, basta con observar los sucesos posteriores. Una vez terminada la votación del 22 que daba como resultado la caducidad del Virrey, el 23 hay un respiro donde no sucede nada mencionable; y el 24, el Cabildo, dirigido por el síndico Leyva, criollo españolizante crea una Junta de gobierno que pone a la cabeza de la misma al ex virrey Cisneros, dándole además la comandancia de las tropas (que entonces pasarían de Saavedra a éste). La reacción de los Patricios no se hace esperar, amotinándose y haciendo un rejunte de firmas para expresar su disconformidad con el resultado.
No es cierto que la mañana del 25 se hayan agrupado un gran número de ciudadanos, sino más bien que se agolparon milicianos y militares, que no alcanzaban a llenar la plaza como se nos quiere hacer creer. De hecho, como los comandantes que se hallaban negociando con los cabildantes decían representar la voluntad del pueblo, el síndico Leyva, en una genial ironía, salió al balcón y viendo allí las pocas personas reunidas preguntó ¿Dónde está el Pueblo?
Los milicos, un tanto fastidiados amenazaron con tocar el clarín para que los cabildantes pudieran ver al “pueblo” que ellos eran capaces de arrastrar. Para demostrar su supuesta representatividad trajeron un petitorio lleno de firmas, en su mayoría de militares y eclesiásticos, más algunos selectos civiles.
De esa manera logran imponer sus deseos obligando la renuncia de Cisneros y la formación de una nueva Junta, presidida por Saavedra, actor principal de todos estos sucesos.
Cuando se conforma la Junta, a pesar de estar dirigida por un revolucionario de corte conservador como Saavedra, se introdujo, para calmar los ánimos, la presencia de algunos personajes españolizantes; a saberse estos eran los españoles Larrea y Matheu, además del criollo Moreno. Todos habían participado de la Asonada de Álzaga que buscaba prevenir los procesos emancipadores y el cortar el poder criollo.
Ahora, esta necesidad de cambiar la esencia de la Revolución de Mayo, hizo también que se cambiaran algunos nombres, exaltando a ciertos personajes y restándoles importancia a otros. Saavedra, el director que orquesta los sucesos de Mayo, mestizo, jefe del bando criollo desde la Asonada de Álzaga y héroe de las invasiones inglesas, por su carácter militar y conservador, admirador de los propio (es decir, la tradición española) lejos de buscar influencia en ideas extrañas y extranjeras, no podía ser de ninguna manera, el protagonista de Mayo que se inventaron los historiadores oficiales. No, estos necesitaban armarse de otro nombre. Belgrano sería ideal, pero también era militar, y aparte muy católico. Entonces necesitaron inventarse a un Moreno, civil y progresista, aunque ya debo haber escandalizado a la mitad de los lectores, por haber sugerido que era españolizante; hagamos un breve repaso del terrible personaje:
Hijo de una familia humilde estudió en el colegio San Carlos, y luego, gracias a ciertos contactos logró entrar en la Universidad de Chuquisaca, dónde estudia derecho. Con la tutela del canónigo Terrazas se inicia en los textos de la Ilustración. Una vez en Buenos Aires ejercía su profesión de abogado en la Audiencia y como relator del Cabildo.
Durante las Invasiones Inglesas, cuando muchos hombres a los que uno puede tenerle cariño o desprecio (tales como Saavedra, Belgrano, Rivadavia y hasta Rosas de apenas catorce años) defendieron la patria amenazada por el invasor hereje (porque así concebía el pueblo porteño a los ingleses, por mucho que pese a nuestros historiadores y bienpensantes) Moreno simplemente se dispuso a anotar en un diario privado todos los sucesos referidos a la Invasión. Dice él que derramó muchas lágrimas por todo lo sucedió ¡cosa curiosa si tenemos en cuenta que muchos derramaron su propia sangre por la causa! Y el mezquino hombre sólo dio su llanto.
Formó parte de la Asonada de Álzaga, intento de golpe militar por el cual los peninsulares buscaban desembarazarse del virrey Liniers por ser francés y sospechoso por lo tanto de independentista y jefe de los criollos. La asonada fue reprimida por el regimiento de Patricios, lo cual dio gran influencia a los criollos y desembocó en los sucesos de Mayo.
Era partidario de la apertura del comercio; es decir, la destrucción de las industrias interiores en beneficio de los comerciantes y hacendados porteños, y el subordinar a todo el virreinato a la autoridad caprichosa de la Reina del Plata, además que la apertura del comercio significaría también el avance de nuevas ideas foráneas que acabarían con la Tradición Hispánica, muy fuerte del interior: es decir, la subordinación ya no sólo comercial y política del virreinato a Buenos Aires, sino también una subordinación intelectual, que a su vez terminaba en una subordinación de toda índole al pirata inglés, el principal interesado en todas estas cuestiones.
Llegados los acontecimientos revolucionarios no hay una sola prueba de que haya sido un conspirador. ¡Cómo iba a serlo, después de haber apoyado la Asonada de Álzaga! Al margen de sus ideas, no tenía entre los conspiradores fama de ser adicto a la causa emancipadora. El ideario popular, incentivado en la escuela y por pseudo-historiadores como Felipe Pifia (perdón, Pigna) y toda la historiografía oficial, nos hace creer que el numen de la Revolución iba a ser el ideólogo y planificador de la misma, pero nada más lejos de esto.
No es nombrado por ninguno de los conspiradores como parte del plan. De hecho, su propio biógrafo, su hermano Manuel Moreno, reconoce que nada tuvo que ver con todos los acontecimientos precedentes a la Revolución, que aparece recién el día 22, como invitado. Debido a todas las mentiras que se dicen sobre él, uno pensará que dio un gran discurso donde defendía sus tesis de porque había que deponer al virrey. Bueno, nada de eso, según comenta Moreno a Vicente López, y luego este trasmite a su hijo e historiador Vicente Fidel López (gran panegirista de Mariano): “yo he votado con ustedes por la insistencia y majadería de Martín Rodríguez “. ¡Ahí está el Numen de la Revolución!
¿Y luego? Desaparece de escena… el 24 y el 25 se la pasa escondido, temiendo que los godos los ahorquen a todos… de hecho, según confiesa Manuel Moreno (hombre que si merece nuestros respetos) el 25 salieron a buscar a Moreno, para comentarle que había sido designado Secretario (puesto menos importante de la Junta, y así y todo quieren vendernos un Moreno omnipotente decidiendo los destinos del país… por siete cortos meses). Lo encontraron en casa de un amigo, distraído en conversaciones poco referentes a los acontecimientos presentes… esto, según nos cuenta su hermano, su primer biógrafo y el creador de la leyenda morenista.
Dentro ya de la Junta tiene un papel gris, más como jefe de la división interna que como luchador incansable por nuestra independencia… no quiero detenerme tanto, sino podría abordarse el cuestionado tema de su actitud servil hacia Inglaterra, el famoso Plan de Operaciones, su supuesta actividad como periodista, etc… quizás atienda y desarticule esas mentiras luego, por ahora es suficiente.
Lo último que me queda por acotar, es parafrasear al grandioso Saavedra y decir en relación a la muerte de Mariano: Hacía falta tanta agua para llevarse tanta mierda.
Quiero presentar en oposición a nuestro verdadero héroe, el comandante Cornelio Saavedra:
Militar y católico, cosas imperdonables para los historiadores liberales. Además era mestizo, cosa que en la sociedad colonial no tenía demasiada importancia, pero obviamente escandalizaba a los liberales (que hasta ocultaron el carácter mestizo de San Martín).
Luchador destacado en las Invasiones Inglesas, popular jefe de milicias que aplastó la Asonada de Álzaga y desarmó los regimientos españoles, propiciando la situación que desencadenó la Revolución de Mayo.
Dirigió toda la corriente revolucionaria sabiendo esperar el momento ideal, y orquestando los acontecimientos revolucionarios. Es un hecho que todos sus contemporáneos lo reconocen como el protagonista de todo lo sucedido, aún los poco amigos, como Belgrano, y lo dejan constatado en sus memorias. Sólo la historiografía liberal fue capaz de robarle su protagonismo para otorgárselo a otro no merecedor, llamado Moreno.
Hombre cabal que aceptó la justa petición de los diputados del interior de formar parte de la Junta.
Un hecho pintoresco de la historia del prócer, es que ya con la Junta Grande en funcionamiento, muchos de los diputados del interior que él aceptó se pasaron al bando morenista (recordemos igualmente que Moreno ya se había ido a Gran Bretaña en calidad de canciller, y había muerto en el camino) y formaron la Sociedad Patriótica. Planearon una revolución para acabar con la influencia de Saavedra y del deán Funes, pero fueron delatados.
En respuesta, los partidarios de Saavedra organizaron la que sería la PRIMER MOVILIZACIÓN DE MASAS DE LA HISTORIA ARGENTINA. Sí, leyó bien… si más dudas le quedan de qué Saavedra es el primer peronista de la historia repase un poco lo que fue la Revolución de los Orilleros.
Los orilleros eran los habitantes pobres de la ciudad de Buenos Aires, los que hoy día diríamos villeros. Los partidarios de Saavedra, consientes de la revolución liberal que se venía decidieron dar el golpe antes, y al mejor estilo 17 de Octubre movilizaron al populacho que por vez primera aparecía en escena patriótica. Los orilleros admiraban a Saavedra por ser héroe en las Invasiones Inglesas, y por surtir a los godos durante la Asonada de Álzaga.
Movilizados por el alcalde Tomás Grigera la plebe más las tropas de la ciudad se acercaron al cabildo para pedir la expulsión de los morenistas. Presionada la Junta expulsa a varios opositores de Saavedra, que logra consolidarse en el poder. De todos modos, no iba a durarle mucho al prócer, que debido a los contratiempos militares debió hacerse cargo del Ejército del Norte, y que una vez que partió, las fuerzas vendepatria se conjuraron en su contra y lo bajaron del gobierno, dando comienzo al Primer Triunvirato…
Bueno, esto ha sido todo por ahora, saludos, y espero que sea de interés!