OPINIÓN
Cómo se puede reducir el costo de vida sin aplicar un ajuste
Nicolás Salvatore (Economista, Buenos Aires City (UBA))
Según Buenos Aires City (UBA), la inflación está creciendo a un ritmo cercano al 40% anual. El Gobierno no reconoce la magnitud del problema, y pretende jugar al ajuste fiscal inflacionario, como si estuviera transitando por un sendero de inflación alta pero controlable. Error.
La salida de este escenario de estanflación es como un pantano: si en 2009 el PIB cayó 3,5% y la inflación se mantuvo en 15%, hoy, con el PIB creciendo al 5% y la inflación al 40%, ¿cuánto tendría que contraerse el PIB para “planchar” la inflación en un módico 15% en 2010? Pensé en fusilar a todos los beneficiarios de la asignación por hijo (ahorro fiscal), pero hice la cuenta y aún así los números no cierran.
Sin más remedio, un plan antiinflacionario secuencial y heterodoxo aparece como la jugada única para lidiar con semejante monstruito (me refiero a la inflación), estableciendo “metas de inflación” decrecientes de mediano plazo: 25% en 2010 (30% es la meta del gobierno), 20% en 2011, 15% en 2012, 12% en 2013, y 10% en 2014. Un “corredor” de normalidad, metas sujetas a un sendero de crecimiento del PIB más modesto aunque sustentable, en una banda de 3% a 5% anual. Metas algo ambiciosas para la era de alta inflación argentina actual.
En el corto plazo, si un plan antiinflacionario no le gana al mercado la pulseada de las expectativas, nunca será posible pensar problemas de largo: la demanda de inversión, los oligopolios, o la competitividad cambiaria. El primer paso es, pues, reconocer el problema. El segundo es más difícil: un enérgico “anuncio” del gobierno que sea “creíble”. El tercero es restaurar el faro de coordinación de expectativas: retrotraer la plantilla de recursos humanos del INDEC al 31 de diciembre de 2005. Terminó la parte difícil.
Recuperar la cordura política no es hoy el problema más importante: es el único. Si estos críticos primeros tres pasos son exitosos, lo que resta es una jugada única y natural: los targets de inflación y crecimiento del PIB (empleo) deben ser atendidos en forma simultánea, tal como hacen todos los países normales del mundo (excepto Zimbabwe, Argentina, Venezuela y Congo, en ese orden). Luego, la rueda ya fue inventada, cuatro instrumentos.
1. Política de ingresos. Tanto para impedir que caiga más aún el salario real (promedio), como para evitar que se espiralice más aún la inflación, debe establecerse una pauta de indexación que mantenga constantes en términos reales los salarios, jubilaciones y subsidios sociales. Es decir, los ingresos nominales deberán aumentar tanto como la (menor) inflación anual esperada (25% para 2010). Tal meta nunca será alcanzable sin un Pacto Social, un cuarto problema político.
2. Política cambiaria. En la fase de estabilización, una devaluación sería suicida, por razones obvias. No obstante, una mayor volatilidad de corto plazo sería ampliamente deseable. Luego, el esperable atraso del tipo de cambio real debería ser complementado con algunas medidas parancelarias transitorias. En una segunda fase, ganada en 2011 la primera pulseada contra las expectativas (la madre de todas las batallas), una paulatina depreciación real de la moneda sería tan factible como deseable, por razones obvias.
3. Política monetaria, otra obviedad. La emisión de base monetaria no se deberá apartar de un Programa Monetario que contemple metas anuales de oferta monetaria, inflación y crecimiento del PIB. A su vez, sería deseable que la política de esterilización no sea implementada por el BCRA, sino por el Tesoro. Y finalmente, inducir tasas de interés reales 30 puntos negativas no luce consistente con un programa macroeconómico sensato.
4. Política Fiscal. Los salarios públicos, jubilaciones y subsidios a los ingresos sociales deberán indexarse según la (menor) inflación esperada. En consecuencia, en 2010 deberían aumentar 25%, manteniendo su valor en términos reales. Segundo, las comisiones implícitas en todos los contratos de obra pública deberán disminuir drásticamente hasta un 15% del valor de venta (dramático ajuste de 50%).
Este plan de corto plazo no pretende ser ni de izquierda ni de derecha. Es la jugada única para que el gobierno termine su mandato en forma ordenada.
El valor de la carne baja pero la inflación se acelera - Criticadigital.com