Pues nada... me gustaría compartir algunas de las experiencias que he tenido en mi último viaje de LSD, porque ha sido algo realmente impactante. Nunca había tomado más de 1 cartón (siempre han sido bicicletas del mismo proveedor). 1/4 me parece demasiado leve, con momentos del viaje en los que hasta parece que hasta estás sobrio, con 3/4 he tenido una hora entera de llorar de la risa y buenos visuales, y últimamente me había quedado muy cómodo con 1 cartón, ya sabía por dónde me iban a venir las visuales, las sensaciones, esa forma de pensar terriblemente simplificada y casi primitiva... Quería ver que hay más allá. Así que subí a 2 cartones... en un principio.
11am. He tenido que retrasar mi viaje hasta hoy Lunes porque ayer me surgieron compromisos. En cuanto me levanto es lo primero en lo que pienso. Noto esa sensación de excitación de antes de que empiece un concierto o del reencuentro con un viejo amigo. Tengo el día libre y mañana tampoco tengo que hacer nada así que sin presiones. Dos bicis padentro.
11:30am. Quiero poner una peli para hacer tiempo pero ya empiezo a tener problemas con los conceptos. Veo la lista de pelis en el disco duro pero no sé cuál será meor, o peor, o cómo me va a sentar verla... Cojo Donnie Darko. Mierda, está en inglés y no estoy para subtítulos. Además me parece bastante oscura y sé que soy muy sensible y tengo miedo de que me tuerza el viaje.
11:45am. Entre esto y volver a leer una lista de pelis que cada vez tiene menos sentido, la líbido ya me está subiendo y de entre 300 pelis elijo La Flaqueza del Bolchevique (flipa), sólo porque sale María Valverde. Me pillo una copa de chocolate (de las del día de 0,20€, hasta entonces tan ricas) para matar el gusanillo, pero el tacto y el sabor de la primera cucharada me saben a veneno. Artificial es la palabra, como comerse una bolsa de plástico.
12:00pm. Quito la película porque de enterarme poco he pasado a no enterarme nada y la ventana que tengo al lado ya está empezando a juguetear. Me tumbo en la cama boca-arriba y me doy cuenta de que ya llevo una encima considerable. La mancha de la pared se está extendiendo un montón y la silueta de los marcos de la puerta parece que se va a salir. Agárrate que esto viene fuerte...
12:15pm. La habitación se me queda enana... La sensación de que la línea entre lo que ves y lo que eres se funde (si miro a la puerta, no sé muy bien si soy yo que el estoy mirando o si es que soy esa puerta) se está disparando y lo único que sé es que necesito espacio abierto. Cojo las gafas de sol porque quiero ver todo lo que venga sin que nadie me moleste.
12:30pm. Joder, voy flotando. Hay tramos de una manzana que parece que tardo en recorrer 10 minutos y otras que parecen durar 10 segundos. Tengo la sensación de que me salgo del cuerpo y de estar a punto de perder la conexión con la realidad, o quedarme dormido mientras ando. Lo único que sé es que sigo andando y voy camino del Retiro (un parque muy grande, para el que no sea de Madrid). La promesa del cielo abierto y la naturaleza se hace más fuerte. Y simplemente camino.
12:45pm. Me siento en un banco, quiero pararme a mirar. El LSD siempre me da ganas de andar (y es curioso que cuando me muevo yo, las cosas dejan de moverme, solo hay visuales si estoy quieto). Siento que en movimiento... estoy ocupando mi sitio, como si es lo que hubiera venido a hacer. Y de repente ves un sitio que parece el apropiado y te sientas a observar cómo está todo. Y está todo en su sitio, por supuesto. Todo está radiante, exhuberante, emanando su propia idiosincrasia a saco. Tan a saco que la peña que pasa por delante mía va dejando una estela. Se me ponen los pelos de punta de recordarlo. Joder...joder...joder...buenísimo, buenísimo!!! Es lo único que puedo pensar, y me tengo que aguantar para no estallar en carcajadas ahí mismo. Los coches también dejan estela, que como van más rápido, es más larga. Descomunal...no paro de pensar. Y que pena no tener nadie al lado para compartirlo.
13:00pm. Llego al Retiro y me lo pateo casi entero, buscando un lugar que parezca apropiado. Fresco, cómodo, íntimo y con vistas a ser posible :-) El monumento a Alfonso XII parece el lugar. Me quedo sentado un buen rato deleitándome con la vista. El lago con toda una capa frondosa detrás. Los amarillos y naranjas de los árboles que ya están otoñales están que se salen. El paisaje parece un puto cuadro impresionista. Ya no hay estelas. Al poco me pongo en marcha de nuevo y me dedico a explorar el parque haciendo pequeñas paradas, deleitándome con todo lo que veo. Cada zona tiene su personalidad, y hay algunas muy agradables. Mi oido está también a mil y trato de buscar una zona en silencio para descansar de tanto estímulo! Parece dificil, además cada vez hace más calor y cada vez tengo más hambre (es como si tuviera un medidor de barrita y lo estuviera viendo subir de manera muy lenta, pero implacable). La promesa de comida, ducha y un poco de descanso es lo que me guía ahora. Voy para casa.
15:00pm. Por el camino, una bolsa de triskis que engullo como un hombre de las cavernas y después una cocacola que sabe a auténtica gloria.
15:30pm. Ducha gloriosa también, qué fresquito más bueno! Entro a mi cuarto y me atrapa como siempre... cuando me descubro como un zombi delante del ordenador ya han pasado una hora y pico.
17:00pm. Vuelta al Retiro. Si es que es el único lugar donde puedo estar, pienso. Repito el mismo camino que por la mañana pero no puedo evitar compararlo con el de unas horas antes y ahora me parece muchísimo más aburrido. Se me juntan una especie de añoranza de tripar fuerte con un aburrimiento absoluto que se quedan presentes en todo momento. En el Retiro, hago un camino muy parecido, pero cada vez hace más calor, me estoy achicharrando por momentos. Estoy empapado, lo daría todo por un baño en una piscina. Es increible cómo se me dispara la sensibilidad al frío/calor con el LSD. Si son muy intensos, como un ajo que me comí una noche en la sierra de Gredos a 5º y con sudadera o como ahora, es que los puedo ver impregnados en los colores. Me piro a darme otra ducha. El camino de vuelta es largo y no paro de darle vueltas a si cuando llegue, tomarme lo que me queda (2 cartones y 3/4). Me lleva todo el camino y una auténtica hazaña mental llegar a una conclusión porque los conceptos en mi cabeza siguen muy rebeldes. "Mucho" o "poco" parecen complejísimos problemas matemáticos, de verdad. Al final me quedo con que soy consciente de que va a ser un exceso, pero que estoy buscando "algo" que los dos cartones no han alcanzado a darme, o por lo menos ha sido demasiado breve.
20:00pm. De vuelta en casa y otra vez duchado y fresco :-) 2 bicicletas y 3/4. Al cogerlas e ir a metérmelas en la boca, me quedo paralizado por un instante, como asaltado por la prudencia, y teniendo la total certeza de que va a ser algo fuerte. Me obligo a replantearme si estoy seguro. Lo estoy.
A partir de aquí... quito el cronómetro porque ya no tiene ningún valor. Solo decir que si las dos bicis me parecían que subían rápido en comparación con una, estas subieron más rápido aún. Sin darme cuenta estaba escuchando música por los cascos empapado en lágrimas. Dios mío... la música decía la verdad, yo era la música, y la música solo decía... INTENSIDAD y DELICADEZA. Una fragilidad como de un cristal de un grosor de 1mm, a punto de romperse en mil pedazos, pero a su vez sin ningún miedo de romperse... simplemente lo veía así. A la tercera o cuarta canción no podía más de tanta potencia y me quité los cascos... fuí andando al salón y me di cuenta de que me costaba mantenerme en pie. Volví a la habitación, me tumbé y me di cuenta del pedal cósmico que llevaba encima. La sensación de quedarme a mitad de camino, de estar mirando el paisaje desde detrás de un muro, asomando la vista un poco por encima, de estar mirando a traves de la cerradura, esa sensación "medio-onírica" o de "medio-irrealidad" de un cartón... la acababa de dejar atrás. Mis sentidos estaban a quince mil. Tanto, que se mezclaban unos con otros continuamente. No sabía si estaba viendo algo u oyendo algo. No sabía si estaba tocando algo o viéndolo. Mis sentidos eran una ensalada psicodélica y sinestésica brutal. Las visuales... increibles. Estaba acostumbrado a tener que concentrarme en un objeto para tener visuales, lo típico, fijas la vista y empieza a respirar, o empiezas a verlo cada vez con más detalle hasta que salen capas de hexágonos que se reagrupan continuamente. Ahora era CONTINUO. Sin ningún esfuerzo, mirase donde mirase, aunque no me concentrase o ni siquiera efocando la vista, todo cobraba vida propia. Si cerraba los ojos el caleidoscopio con sus colores brillantes era imposible de ignorar. Y si hacía el esfuerzo de concentrarme en los sentidos, y digo sentidos porque vista y sonido, con el tacto a veces, venían juntos en pack indivisible, la tripada era increible. Era como si mi sensibilidad fuese tal, como si pudiese percibir tantos matices, que las cosas... se desmenuzaban. Alucinaciones auditivas totales. Yo no sé cuál era el sonido original, si el zumbido de un aire acondicionado en el patio interior o alguna tele, pero lo percibía como simplemente una capa de sonido "vibrante" sin significado, y la vibración subía de velocidad hasta un centrifugado máximo que casi formaba una capa lineal...y luego bajaba de velocidad y sonaba a cámara lenta, como una parodia de si mismo. Las visuales iban por el mismo camino. Era como si la realidad fuese una película proyectada y pudiera ver las imágenes como fotografías independientes (con su sonido independiente, porque eran indivisibles) en vez de como una secuencia, solo que la velocidad de proyección cambiaba continuamente. Podía ir a 3 imágenes por segundo o a 3000. Y en los momentos en los que parecía que iba a 3000, que parecía una lluvia de fotográmas y de soniquetes, era soñar despierto, literal. Fueron momentos breves, los momentos de pico máximo, pero la referencia con la realidad se perdía. Intuía imágenes en el espacio de mi habitación, como canales de energía fluyendo a toda velocidad por el aire que es que... simplemente los tomaba como reales. Lo mismo con el sonido... esas ondulaciones en los sonidos que aceleraban y frenaban todo el rato me llegó a parecer que tenían vida propia. Es algo que no me había planteado hasta ahora que me he parado a escribirlo, pero estas visiones y sonidos no me parecieron ni buenas ni malas; sólo muy intensas y "tal cual son". Me llamó mi novia por teléfono y quedé con ella para ir a cenar a su casa. Me sorprendo a mi mismo por poder mantener una conversación "cuerda". Me pregunta cuánto tiempo voy a tardar en llegar y lo único que puedo responder es "no mucho". Prepararme para salir es un puzzle complicadísimo, tengo que hacer un esfuerzo titánico para concentrarme en hacer una lista de las cosas que tengo que coger. Llaves, móvil, cartera, porros, tabaco, mechero. Llaves, móv... joder. Me lleva diez minutos, en los que estoy apunto de rendirme y salir solo con las llaves dos veces. Al final consigo reunirlo todo y me siento orgullosísimo. Me doy cuenta de que a pesar de la entripada tan seria que llevo, sigo con los pies en la tierra. Así que decido hacer algo que hacía tiempo que quería hacer: coger el metro de tripi. No lo digo como algo recreativo, sino como pura introspección. Tenía muchísima curiosidad por ver cómo percibía las cosas. Por si alguien lo ve como algo insensato o peligroso, he de decir que yo era el primer preocupado "por lo que pudiera pasar" y no lo hice sin estar seguro de que no se me iba a ir de las manos de ninguna manera. Si algo me amplifica el LSD es el instinto de supervivencia y al fin y al cabo... cruzar la calle es más peligroso que esperar un tren en un andén. El único bonus que tiene el metro es el espacio cerrado, artificial, construido por el hombre, y el estar bajo tierra. Comprobé empíricamente lo que hay en el punto diametralmente opuesto a estar en el campo (para mí el metro es el mayor símbolo que hay de la vida moderna). Como una patada en el estómago. Hago 2 estaciones sentado mirando al suelo y mi cuerpo dice que no puede más. El contraste al salir a la superficie es brutal y el aire fresco sabe a gloria. Me hago la estación que me quedaba andando y llego a casa de mi novia. No he dicho todavía que me he tomado los tripis y su hermana y ella intentan mantener una conversación conmigo, pero no puedo seguir el ritmo :-D Oigo las palabras y las entiendo, pero no consigo juntar las piezas para que cobren un sentido conjunto. Tampoco me importa lo más mínimo. Contestar a cada frase es una auténtica misión, es como si me hablasen en jeroglíficos. A los 5 minutos no pude más con mi papel de sobrio y confesé como un niño travieso. Que me he tomao unos tripis. Cuántos? Todos... Mi novia prepara unos perritos en lo que parece que tarda una hora. Mientras, a la que estoy quieto, la empanada psicodélica sigue y los sonidos me absorven. Cenamos viendo la tele pero no entiendo NADA. Bajamos un rato al parque y los sonidos siguen descomponiéndose. Realmente no me puedo comunicar con cuerdos así que prefiero volverme a casa a ver la película de mi mente otra vez. Vuelta en metro, esta vez hago un esfuerzo por aguantar hasta mi parada. Agacho la mirada al suelo, tengo que tener una cara de estar muriéndome del asco que flipas... Llego a casa. Tercera ducha del día, super fresco otra vez, me miro en el espejo y estoy absolutamente resplandeciente. Me doy cuenta de que tengo cara de gato. Me quedo 10 minutos mirándome al espejo, sonriendo por lo bien que me veo y por la gracia que me hace la idea: "Joder, si es que estoy hecho un gatete!". A las 12 o así estoy en la cama otra vez. Pienso que ya he hecho todo lo que tenía que hacer hoy, que estoy fresco, cómodo, ya he cenado... Solo me queda disfrutar de lo que queda... Me hago un porro de Amnesia que me catapulta tres horas atrás, la empadelia es innegable. Cierro los ojos y veo una espiral con un flujo contínuo de letras y números dorados con tipografía gótica. Pasan tres horas hasta que me duermo en las que vista, oido y tacto son uno, y la música dice la verdad. Una canción de Mogwai (progressive rock instrumental, piano, guitarras, melodías...) me atiza como un bofetón: ESO ES JUSTO LO QUE IBA A DECIR!