Bueno, visto que hoy se cumplen 58 años del bautismo de fuego de la Aviación Naval Argentina y de la Fuerza Área Argentina (sumando más de 300 civiles muertos y más de 700 heridos), les traigo un par de documentos por si alguno no sabe bien qué pasó.

Aca les dejo una parte del prólogo de este libro www.derhuman.jus.gov.ar/anm/PDF/30-Bombardeo.pdf, editado por el Archivo Nacional de la Memoria.



El bombardeo de una ciudad abierta por parte de fuerzas armadas del propio país es un acto de terrorismo que registra pocos antecedentes en la historia mundial, ocurridos en el fragor de guerras civiles muy cruentas que asolaron a esas naciones.No hay antecedentes, en cambio, de que miembros de las fuerzas armadas de un país, con la connivencia de sectores políticos y eclesiásticos, descargaran sus bombas y ametrallaran a la pacífica población civil, como forma de implantar el terror y el escarmiento para lograr la toma del poder.
Por otra parte, las ciudades argentinas jamás habían sido ni fueron luego bombardeadas por fuerzas extranjeras. El furor fratricida se abatió el jueves
16 de junio de 1955 en el marco de una tentativa de golpe de Estado, centrándose particularmente en civiles inermes o muy pobremente armados en defensa de un gobierno no solo legítimamente constituido, sino también sustentado por un apoyo popular hasta entonces inédito en los anales
de la historia nacional. Desde aviones fueron lanzadas más de cien bombas —con un total de entre 9 y 14 toneladas de explosivos— la mayoría de ellas sobre las plazas de Mayo y Colón y la franja de terreno comprendida entre las avenidas Leandro N. Alem y Madero, desde el Ministerio de Ejército (Edificio Libertador) y la Casa Rosada, en el sureste, hasta la Secretaría de Comunicaciones (Correo Central) y el Ministerio de Marina, en
el noroeste. Las acciones bélicas planeadas por los mensajeros de la muerte en aquel fatídico día tenían el descabellado propósito de bombardear la zona céntrica de la Plaza de Mayo con el fin de matar al Presidente y a sus ministros al precio de destruir la Casa de Gobierno con todos sus ocupantes y causar en sus alrededores muertes y daños, desaprensivamente y sin importar su costo humano.
Dichas acciones bélicas, ante la ausencia del Presidente y de sus ministros, constituyeron desde sus inicios un escarmiento destinado a castigar y quebrar la adhesión popular al gobierno constitucional. Clara muestra de ello es que solo doce de las más de trescientas víctimas mortales
(aproximadamente el cuatro por ciento) se encontraban dentro de la Casa de Gobierno, en la que impactaron veintinueve bombas de las que seis no estallaron.
El resto de las bombas y proyectiles de grueso calibre provenientes de aviones, así como también los disparados por los fusiles semiautomáticos FN de fabricación belga, estrenados por los infantes de Marina que intentaron asaltar la Casa Rosada, estuvieron dirigidos a una población que fue sorprendida en sus quehaceres cotidianos por la primera incursión de la aviación naval a las 12:40 de aquel jueves frío y nublado.
Tres centenares de civiles armados (llamados “comandos civiles”), cuyo concurso estaba previsto en apoyo de los infantes de Marina durante el asalto a la bombardeada Casa Rosada a fin de matar a Perón y a sus ministros, intervinieron solo en acciones colaterales (como la ocupación de Radio Mitre, a través de la cual se lanzó una proclama que dio al “tirano” Perón por muerto). No tuvieron el protagonismo previsto
debido al retraso en el comienzo de las operaciones, inicialmente programado para las 10, a causa de que Buenos Aires estaba cubierta de nubes bajas que impedían el bombardeo.
El golpe fue llevado adelante por oficiales y suboficiales de la Armada Argentina, con el apoyo de un sector de la Aeronáutica. En esta ocasión el Ejército se mantuvo leal al Gobierno, aunque exactamente tres meses después, gran parte de él intervendría decisivamente en el derrocamiento del gobierno constitucional presidido por el general Juan Domingo Perón. El propósito de la conjura, tras asesinar al presidente de la Nación, era instaurar
un triunvirato civil integrado por Miguel Ángel Zavala Ortiz (dirigente de la UCR), Américo Ghioldi (dirigente del Partido Socialista) y Adolfo Vicchi (del Partido Conservador). Zavala Ortiz fue uno de los que huyeron con las aeronaves, exiliándose en el Uruguay. Volvió luego del 16 de septiembre, y siendo canciller del presidente Arturo Illia, logró que la dictadura militar que gobernaba Brasil, impidiera el retorno del general
Perón del exilio, el 2 de diciembre de 1964, cuando se lo detuvo en el aeropuerto carioca de El Galeao. Para vergüenza de los argentinos, el ex jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Enrique Olivera, le puso su nombre a la plazoleta de la avenida Leandro N. Alem y Rojas.
Ghioldi, que saludó los fusilamientos del general Valle y de sus hombres y la masacre de José León Suárez en junio de 1956, escribiendo en el diario
La Vanguardia: “¡Se acabó la leche de la clemencia!”, sería embajador en Portugal durante la dictadura de Videla.
El ataque aéreo se realizó en sucesivas oleadas entre las 12:40 y 17:40, siendo acaso la más destructiva la que se lanzó a partir de las 15:15 y contó con el concurso de cazas Gloster Meteor. Los ataques tuvieron como objetivo la Casa Rosada, la Plaza de Mayo y sus adyacencias (donde se registró el mayor número de víctimas), el Departamento Central de Policía y la residencia presidencial (que estaba donde hoy está la Biblioteca Nacional), las columnas del Regimiento de Infantería “General Manuel Belgrano” que salieron del cuartel de La Tablada hacia Plaza de Mayo y el
aeropuerto internacional de Ezeiza tomado por los golpistas, para recuperarlo; una concentración obrera en avenida General Paz y Crovara, y las antenas de Radio del Estado —en la terraza del Ministerio de Obras Públicas emplazado en la avenida 9 de Julio— y de Radio Pacheco (nudo de enlace de las comunicaciones radiotelefónicas) en la localidad del mismo nombre. La CGT no recibió ataques directos, porque un
suboficial de la Armada se negó a trasmitir la orden dada en ese sentido por uno de los jefes de la conspiración cívico-militar, el contralmirante Aníbal Osvaldo Olivieri, hasta ese momento ministro de Marina.(...)


Este es un video con imágenes del bombardeo de ese día:



Y aca tienen la justificación que dieron los patriotas para bombardear civiles, obviamente dosificada con buenas dosis de chamuyo como para que parezca algo necesario y hasta lógico.