Pues es la vieja historia entonces...
Lo cierto es que no creo que sea tan simple como "más consejeros estudiantiles => más democracia". O mejor aún, "más democracia => mejor universidad". Creo que en ambos casos hay un valor óptimo razonable, y luego la cosa se va a la mierda.
Para mí las proporciones actuales no están tan mal, lo que esta mal es que los docentes que están enquistados ahí muchas veces ostentan cargos que son casi títulos nobiliarios. Salvo que la cosa haya cambiado radicalmente desde hace tiempo, seguramente siguen sin hacerse concursos y siguen sin darle bola a las encuestas de estudiantes.
Bajo el supuesto de que para mantenerse en el cargo un profesor debe evaluarse constantemente en desempeño académico y de enseñanza, para mi es razonable que tipos que tienen ese standard de calidad tengan la mitad del consejo, porque entiendo que así es más probable que mejore la calidad de la institución. Y de paso, se protege la universidad de mayorías estudiantiles circunstanciales.
Pero bueno, lo cierto es que los supuestos distan mucho de cumplirse, y esperar que los profesores espontáneamente se vuelvan exigentes consigo mismos es absurdo. La pregunta, entonces, sería cómo lograr cambios en este contexto: el gobierno nacional no puede meterse por la autonomía universitaria, lo cual me parece genial, pero como consecuencia de esto no hay organismo superior de control. O sea que hacen lo que quieren.
Primera conclusión: si no se hacen protestas, no hay forma de cambiar el status quo.

Por otra parte, las protestas tienen sus problemas también, si la cosa no ha cambiado mucho. En mi época, venía un tipo (ya sea del PO, o de la Corriente) a pedirme que firme un petitorio para exigirle al consejo que se destraben concursos, que la universidad tenga una mayor participación en la guita que entraba por "trabajos a terceros" y que se cambie el reglamento para que pudiesen presentarse más profesores al consejo, y no sólo los Titulares Supremos de Primer Nivel (o como sea que se llamen). Genial, de acuerdo.
Pero abajo de esas dos o tres cosas razonables, había una enumeración de otras exigencias más larga que una carta a Papá Noel. Queremos más consejeros estudiantiles. Queremos igual cantidad de consejeros no-docentes. Queremos que el bar sea controlado por el centro de estudiantes. Y el quiosco. Y la fotocopiadora. Que les levanten la suspensión a los heróicos luchadores(?) estudiantiles Pepito y Josefina. Que liberen a Willy. No sé, parece que cuando ven que hay quilombo por alguna cosa, tratan de juntar firmas de apoyo para sus otros proyectos.
Yo eso no lo firmo ni a ganchos.
Y como las autoridades tampoco van a ceder ante la lista sábana de exigencias, lo que ocurría era una sucesión de protestas cada vez más agresivas. Francamente, llegó un punto en que me cansé y ya no fui más a las asambleas.
Como dije, esto fue hace mucho tiempo. A lo mejor cambiaron las cosas...