Por Dr. Tranca:

Muchos de los maricarmencitas de la Sagradísima Prosternación Afligidita que me escriben a diario llorando la carta se quejan de verse obligados por las circunstancias a “hacer las tareas de la casa, como una nena”.

Francamente no comprendo cómo en pleno siglo veinte hay quien cree que un hombre bien bien bien hombre no debe ocuparse de sus cosas personales en lugar de que la mamita te esté preparando la lechita y pasándote un plumerito con talquito por las nalgas: por si no lo saben, de vez en cuando los hombres nos divorciamos, o no tenemos dinero para la tipa de la limpieza, o Podeti se niega a lavarnos las medias aduciendo que “es humillante”.

Por supuesto, las cosas se pueden hacer de dos manera: bien, o con un tutú rosa y dando saltitos mientras cantamos el tema principal de “Frutillitas”. Para quien elija la primera opción, paso a contestar sus dudas hasta que me pudra, que no soy su maestrita jardinera.


¿PUEDE EL HOMBRE COCINAR SIN QUE EL VECINO SE ASOME A LA VENTANA Y LE DIGA “QUÉ RICO OLOR, JUANITA”?
Puede y debe; es la única manera de asegurarnos que nuestra comida no contenga cosas de mujer, como verduras o elementos decorativos. Mi ex esposa insistía en poner disimuladamente junto a mi ración diaria de chinchlines con bife de chorizo, un vegetal verde (creo que se llamaba “lechuba” o “Chechuba” o algo por el estilo), en un intento por rebanarme –por supuesto, sin conseguirlo –mi férrea masculinidad a golpes de colitis (ya conocen las consecuencias nefastas de la ingestión de verduras). Por supuesto, debemos tomar ciertos recaudos: la dieta masculina debe incluir tres o más de los siguientes elementos: Fuego, aceite caliente, mayonesa, proteína animal, y ser de color marrón o anaranjado. El uso del delantal está prohibido, y cada lamparón de grasa sobre el traje que usamos para ir a nuestra Reunión de Directorio (para decidir cómo disciplinar a la peonada) o Consejo de Guerra debe lucirse como una medalla a la hombría de bien.

¿CUÁL ES LA MANERA MASCULINA DE LAVAR LOS PLATOS?
La verdadera duda no es “cuál” sino “cuándo”; los hombres bien bien bien hombres lavamos los platos cuando la costra que se va formando por los almuerzos anteriores es tan elevada que dobla en dos nuestro bife de chorizo (el hombre bien hombre también tiene sentido de la estética), y cuando ya no hay otros objetos que podamos utilizar de “platos” (sartenes, ollas, planchas del bife, ceniceros, discos de vinilo o libros de ilustración); de más está decir que el hombre de verdad no utiliza guantes de goma ni delantal, ni menos aún esponja de bronce: las costras de comida vieja se quitan con ayuda de nuestro cuchillo personal, el mismo viejo compañero que nos ayudó a deshacernos de algunos “problemitas” personales, si me entienden lo que quiero decir.


¿PUEDE EL HOMBRE LLEVAR EN BRAZOS A SUS NIÑITOS SIN QUE LO CONFUNDAN CON UNA MADRE?
La defensa del patrimonio genético no puede dejarse en manos de las mujeres, salvo que pretendamos que se vean obligadas a andar calzadas en lugar de dedicar su tiempo a comprarse algo para ponerse a la noche –y disculpame pero yo con esa no la voy. Eso sí, es importante aclarar que el hombre de verdad lleva a sus críos con un solo brazo (el otro debe estar libre por si hay goma); espero no ver a ninguno de los maricastañuelas que leen esta columna usando los dos brazos, porque no quisiera tener que apersonarme a partírselo en cuatro pedazos para que entiendan cómo se hace. Yo mismo cargué a las trillizas simultáneamente hasta los siete años en el brazo izquierdo (una en cada una de las tres “partecitas” que componen el brazo, médicamente hablando) sin problemas, y la tendinitis me la “arreglé” yo mismo sin decir ni “ay” (con ayuda de mi viejo compañero). Es verdad que me quedó el brazo medio combado pero lo bueno es que la trompada sale con efecto, no sé si alguno quiere probar.


¿PUEDE EL HOMBRE PONER LA ROPA EN EL LAVARROPAS SIN QUE SU POTENCIA SEXUAL SE ESCURRA POR EL DESAGÜE?
Todo lo que signifique manejo de maquinaria pesada es patrimonio del mundo masculino (a los hombres poco hombres las cosas “se le” rompen), así que no hay ningún problema. Por supuesto nada de “separar los colores” como si conociéramos más de dos colores en el mundo –por favor, no –o de “no poner ropa que destiña” (el equivalente de ponerle un delantal a la ropa: ¡Si se ensucia se ensucia y ya está, querido!); además, ningún hombre que se precie de tal se aparta del negro y el azul oscuro, así que esos problemas no deberían ni presentarse. Por último, nada de jabón de lavar. Yo sé que está medio de moda pero yo con eso no la voy.


¿PUEDE EL HOMBRE COLGAR LA ROPA?
No. Un hombre alimentado a base de proteína animal debería generar el suficiente calor corporal para secar la ropa sobre su propio cuerpo. La excepción sería la ropa de los retoños, pero debemos recordar que el canasto de la ropa también debe llevarse con un solo brazo –la ropa de nuestros descendientes simboliza al descendiente mismo -, del siguiente modo: una mano sosteniendo un extremo del canasto y el otro extremo apoyado contra las costillas. Es así.


¿PUEDE EL HOMBRE PLANCHAR?
No, y si vamos a seguir insinuando el tema prefiero que salgamos afuera así te presento a un amigo mío que se llama Uppercut. José Uppercut.


¿PUEDE EL HOMBRE BARRER?
No, y no hace falta. Las idas y venidas trasladan la mugre de nuestro hogar a la calle, a través del calzado.


¿PUEDE EL HOMBRE MANEJAR LA ASPIRADORA (DESPUÉS DE TODO, LA ASPIRADORA ES “MAQUINARIA PESADA”)?
No, porque tiene una forma equívoca. ¡Además no hace falta! ¡Ahhh, te estás haciendo el gracioso! ¡Salí afuera, a ver cómo te reís con dos dientes menos! ¡Dale, salí! Aaaaah, me pareció.

¿PUEDE EL HOMBRE LIMPIAR EL BAÑO?
No hace falta, si está todo azulejado. Sos medio salame, ¿no?


¿PUEDE EL HOMBRE REALIZAR COQUETOS ARREGLOS FLORALES, QUE DAN TANTA ALEGRÍA Y TANTO COLOR Y PERFUME A UN HOGAR?
Por supuesto. Las flores son la punta de lanza de la dura y sangrienta lucha por la supervivencia en el reino vegetal; un símbolo de la virilidad más recia y combativa, algo así como el Rambo del reino de las plantas. Para propagar sus genes, la flor debe entablar contacto con los más feroces y ponzoñosos insectos, soportar la lluvia, el viento y el sol quemante. Además, tienen la decencia de mantenerse lejos de nuestra mesa diaria, a diferencia de otras traicioneras verduritas que nuestras ex esposas nos ponen abajo del bife de chorizo con chinchulines. Convivir con un bouquet de petunias, lyciantos, fresias y alegrías del hogar es casi casi como compartir una noche de ginebra y cánticos de guerra con nuestros compañeros del Ejército. Y si tenés alguna duda salgamos afuera y por ahí te hago un ikebana en la boca.

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Hahaha el de las flores es buenismooooooo ahahahaha