Historia
Cuenta la leyenda que hace no mucho tiempo existía un pequeño pueblo situado en la isla Esperanza. Éste, era un pueblo muy pacífico. En él habitaban guerreros y trabajadores de todas las razas pertenecientes al mundo de Argentum.
Vahelis, nombre con el cuál fue bautizado este pueblo por sus primeros habitantes, era gobernado por un consejo de mago y hechiceros. Junto con los demás guerreros, eran los encargados de defender a la población de todos los peligros que amenazaban la isla esperanza.
Generalmente, los ataques provenían de criaturas salvajes como los osos pardos. Algunas veces la situación se tornaba un poco más difícil, si salían de sus cuevas los lores orcos con sus soldados o cuando el gran leviatán asechaba las costas del pueblo. Sin embargo, era cosa de todos los días y los valerosos guerreros nunca tuvieron problemas en defender sus ciudades... salvando una noche...
La noche de la tercer luna llena del calendario élfico, fue una noche que los habitantes de Vahleris nunca iban a olvidar. Esa misma noche, el hechicero Lorsac se había adentrado en el bosque de la isla, como todas las noches, a cazar osos y asaltar campamentos orcos para disminuir sus números. Pero esa noche fue diferente.
El experimentado hechicero notó algo muy raro en uno de los campamentos del sur. Un extraño gnomo parecia estar dándoles órdenes a los lores orcos. Hasta el momento se pensaba que los orcos actuaban por instinto, como animales. Mientras analizaba su comportamiento y trataba de agudizar sus oídos para escuchar los planes del misterioso gnomo, Lorsac fue sorprendido por dos orcos que lo noquearon de un golpe en la nuca. Eso fue lo último que se supo de Lorsac.
Pero no fue lo último que se supo de los orcos y el gnomo. Esa misma noche hordas y hordas de orcos comandadas por centenares de estos gnomos invadieron Vahleris. Los ciudadanos defendieron ferozmente sus tierras, pero los números disminuían rápidamente, y las tropas orcas no paraban de multiplicarse. Los pocos sobrevivientes de Vahleris tuvieron que huir. Tomaron sus barcas y galeones y huyeron hacia el océano.
Después de vagar días y noches enteras por las aguas de Argentum, llegaron a las costas de lo que parecía una inmensa ciudad. El joven Corsal, hijo de Lorsac, reconoció esas inmensas murallas de los libros de la gran biblioteca de su pueblo; reconoció a esos hombres fortachones protegidos por sus armaduras teñidas de azul: era Banderbill, la capital del continente principal de Argentum, hogar del rey y protector de la humanidad.
El bondadoso rey de Banderbill ayudó al joven huérfano y a todos los ahora nuevos habitantes de la ciudad. Con el tiempo, el pequeño pueblo se integró a la sociedad. Luego de asentados, tuvieron que fundar el consejo nuevamente, ya que muchos de los miembros habían caído en batalla; entre ellos, Lorsac.
Pasaron los años y el joven Corsal se convirtió en un adulto, pudiendo así heredar el puesto de su caído padre.
Prometedor hechicero e imbatible con la espada, Corsal comenzó el liderazgo de su pueblo, ahora conocido como La Orden del Rey. Junto a la Armada Real de Banderbill, Corsal comienza a escribir su destino de transformar estas tierras al bien e intentar recuperar su pueblo natal.