Y Como le di, Toda la madrugada, a guacha pelada, no me importo nadaaaa
Ikarusitf War Prote Ally
Ikarusfallen Horda Frutibution
El hombre del cementerioç
Cierto dia una mujer iba caminando sola cuando si darse cuenta se pierde y se asusta al darse cuenta que esa gran pared que estaba a su lado por la misma vereda que caminaba era la del cementerio municipal, horrorizada por la situación, por las historas que se cuentan de ese lugar y por la hora (dicen que era justo medianoche) ve a un hombre parado unos metros delante de ella, le pregunta si por favor no la acompañaba porque la sitación le era realmente angustiante y la poca luz y los árboles secos y descuidados de esa cuadra le parecian particularmente tenebrosos.
-"Gracias por acompañarme, verdaderamente estoy angustiada, no sé en que esquina doble mal"- El hombre la miró y solo le sonrió. La mujer, esperando otra respuesta que la gestual intenta romper el hielo que todo encuentro no planeado produce al menos en parte -"Ud cree en esas historias de fantasmas que cuentan de este lugar?"-"no!"- le responde con voz grave, casi grutal. Fué cuando le pega una piña en la naríz, le afana el bolso y sale corriendo.
Yo pense que la iba a acompañar a su casa para despues violarla.
Por aca en el barrio (Villa Urquiza) circula la ya muy famosa historia de la casa del diablo (que queda a menos de 10 cuadras de mi casa :$)
No se si recuerdan (los que tal vez vivan en el barrio) que hace unos años una mina mato a su padre para "liberarlo del demonio" e intento matar tambien a su hermana, cuando salio la noticia fue todo muy confuso y no se entendia muy bien que habia pasado pero se decia (hasta salio en el diario/tele) que un policia habia salido horrorizado de la casa y no quiso volver a entrar por que habia visto al diablo o un demonio en el espejo de una de la casa y otro que no quiso volver a entrar tampoco por que la minita lo saco volando un par de metros apenas tocandolo, oficial con el que una vez tuve el gusto de charlar un dia que fui a la comisaría 41 a hacer unos tramites mientras esperaba que me atiendan, cuando le pregunte sobre el asunto puso cara mezcla de culo y de susto y no quiso tocar el tema, tambien muchos otros oficiales decian que vieron cosas medio raras en esa casa.
Hoy los vecinos siguen contando que en esa casa siempre pasaron cosas muy raras y la misma sigue en alquiler y nadie se anima a vivr ahi.
Para el que le interese leer un poquitin mas al respecto les dejo una notita de diario del barrio y otra de Clarín
Nota del diario El Barrio
Nota Clarin:El caso de la familia Vásquez estremeció a Villa Urquiza
Un crimen de película
Hace dos años y medio un asesinato ritual conmovió al país: Gabriela Vásquez, de 21 años, asesinó a su padre a puñaladas “para liberarlo del demonio” e intentó hacer lo mismo con su hermana de 29, quien también participaba del exorcismo. El sangriento episodio, ocurrido en una casa de Villa Urquiza, parece escapado de un film de terror.
Por Marcelo Benini
Hace dos años y medio un asesinato ritual conmovió al país: Gabriela Vásquez, de 21 años, asesinó a su padre a puñaladas “para liberarlo del demonio” e intentó hacer lo mismo con su hermana de 29, quien también participaba del exorcismo. El sangriento episodio, ocurrido en una casa de Villa Urquiza, parece escapado de un film de terror.
Por Marcelo Benini
La escena que los policías presenciaron cerca del mediodía del lunes 27 de marzo de 2000 en la vivienda de Manuela Pedraza 5873, casi esquina Ceretti, fue tan o más escalofriante que cualquiera de las que puede verse en El exorcista (1973), la película de William Friedkin basada en el best-seller de William Peter Blatty. Luego de concurrir al lugar ante una denuncia de los vecinos por ruidos molestos y alertados por los alaridos provenientes del interior, los agentes de la Comisaría 49ª rompieron el cristal esmerilado de la puerta de entrada y fueron testigos del momento exacto en que el dueño de casa era apuñalado repetidamente en la cara por su hija menor. Cuando por fin pudieron derribar la puerta e ingresar se encontraron con un cuadro espantoso: el cuerpo sin vida de Juan Carlos Vásquez (50) yacía en el living sobre un charco de sangre tras haber recibido más de cien tajos en todo su cuerpo. A su lado estaban sus hijas Gabriela (29), muy herida, y Silvina (21), quien aún tenía en su mano el cuchillo Tramontina que había utilizado para consumar su propósito y con el que también pretendía matar a su hermana. Las chicas, que al igual que el padre estaban desnudas y bañadas en sangre, se hallaban en estado de trance y con la mirada extraviada.
“Satán está aquí”
El comisario Juan Carlos Hamerschmidt relató en su momento que la menor de las Vásquez estaba fuera de sí, gritando obscenidades e invocando al demonio, mientras la mayor mostraba una actitud más pasiva. “Nos llamó la atención su grado de sometimiento”, expresó. “¿Qué quieren? Esto no es real, váyanse”, les gritó Silvina a los policías con voz ronca, casi de hombre. “El diablo estaba en papá. Mamita, mamita, ahora papito va a volver bueno”, continuó profiriendo. La joven tenía tanta fuerza que hizo falta toda la brigada para controlarla. Incluso consta en el sumario que uno de sus integrantes fue despedido varios metros cuando la chica apenas lo tocó. Uno de los hombres le escuchó decir “Satán está aquí” y balbucear palabras incoherentes en un idioma indescifrable. Cerca del cadáver se encontraron evidencias de un macabro ritual de purificación: una Biblia ensangrentada, con el Libro de los Salmos marcado, recipientes con sangre diluida, velas blancas, inciensos y carbones humeantes y cuadernillos de alquimia con instrucciones para la purificación de personas: uno de ellos terminaba con la frase “Al principio da miedo”.
Las puertas y ventanas estaban cerradas y trabadas y las canillas abiertas, todo de acuerdo con los instructivos. Estos elementos provenían del Centro Alquímico Transmutar, ubicado en Córdoba 1590 y propiedad de Sergio Etcheverry, del que las Vásquez eran asiduas concurrentes. Silvina participaba del curso “Gran Operador de Alquimia Fase 2” y con Gabriela eran alumnas del curso “Cómo conocer a su ángel de la guarda”. Esa estrecha relación motivó que la Justicia clausurara preventivamente el lugar por unos días, aunque el magistrado de la causa nunca citó a declarar a su responsable pese a los numerosas señales que así lo aconsejaban. “La escena del crimen era indescriptible. Parecía que la casa estaba inundada de sangre, que en realidad se había mezclado con el agua que salía de las canillas abiertas. Es una de las imágenes más impresionantes que vi”, recuerda José María Campagnoli, fiscal del Crimen de la Fiscalía de Saavedra, oficina que investigó los hechos. A Ignacio Irigaray, secretario de Cámara, le produjo una fuerte impresión descubrir, en medio de ese brutal contexto, la foto panorámica del viaje de egresados de una de las chicas en una de las paredes.
Las huellas del horror
Uno de los uniformados dijo que al cuerpo le habían sacado los ojos y que había signos de canibalismo, de hecho vieron a las dos hermanas escupir pedazos de la cara que le habían arrancado al padre a mordiscones. La víctima tenía además cortes esotéricos sobre su torso, consistentes un círculo que encerraba un triángulo. Ese signo de purificación le fue realizado mientras estaba con vida, es decir que Juan Carlos Vásquez lo consintió. Silvina lo agredió mientras estaba de pie y así lo muestran los rastros de sangre emanada hacia abajo. La autopsia reveló que las cuchilladas más violentas fueron hacia su cabeza y cuello y que la mayoría de ellas eran en forma de cruz. Las heridas que le provocaron la muerte fueron especialmente las producidas en el cuello y la cara: Silvina decía que por allí se había “metido el muñeco”. La creencia de que Satanás entra por la cara la habría llevado a tajear más tarde el rostro de su hermana. Otro de los policías señaló que había sangre por todos lados, hasta en el techo, y que escuchó hablar a un hombre (se refería a la voz gutural de Silvina), aunque la única persona de sexo masculino yacía inerte en el piso.
Las hermanas fueron detenidas e internadas en el Hospital Pirovano, a donde ingresaron con convulsiones. Gabriela dio un nombre falso y dijo que tenía 45 años, mientras Silvina pronunciaba frases incomprensibles en un acento que algunos interpretaron como portugués. “La más jovencita parecía un angelito”, comentó un enfermero. “Mi papá tenía el demonio en el cuerpo y se lo pasó a mi hermana”, fue la versión que Silvina dio horas después acerca de los sucesos ocurridos en la casa de Villa Urquiza. A los pocos días las chicas fueron trasladadas al Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano, donde siguieron sumergidas en su mundo de satanismo y purificación. Silvina continuó impostando la voz de un hombre y expresando repetidamente “Soy el Purificador, soy el Purificador” o “Papito, ahora estás bien”. También la acusaba a Gabriela de mantener el diablo en su cuerpo. “Satán entra en los cuerpos y mora ahí”, aseguraban las hermanas a los psiquiatras del Moyano.
El discurso de Silvina cambió una semana después del hecho: “Soy inocente, estuve poseída por Sergio. Lo único que quiero es que se investiguen las cosas como corresponde para salvar a otras familias”. Su diagnóstico inicial indicó que padecía “trastornos globales en relación con la realidad”, en tanto Gabriela mostraba una personalidad borderline (fronteriza) con una imaginación tendiente a la desmesura. Graciela Cachafeiro, una de las internas del Moyano, conoció a Gabriela Vásquez, quien le contó que Sergio Etcheverry era un demonio que se había metido en el cuerpo de su hermana y le manejó la mano con el cuchillo. “Ella decía ‘Silvina creía que mi papá estaba dentro de un muñeco de plástico y que había que romperlo para que saliera’. Mi hermana está loca, pero porque tiene el espíritu del demonio dentro”.
Relaciones peligrosas
Hasta aquella fecha trágica la familia Vásquez aparentaba ser como cualquier otra. Juan Carlos trabajaba como empleado en un negocio de venta de bulones, mientras que Silvina estudiaba Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires y Gabriela había abandonado la carrera de Diseño de Imagen y Sonido, también en la UBA. Sin embargo los Vásquez creían que la casa donde vivían desde hacía tres años estaba embrujada y que la comida se descomponía por acción de los espíritus, por lo que dos semanas antes del parricidio iniciaron las prácticas de purificación. Incluso el padre destrozó el espejo del baño porque creyó ver en él la imagen del diablo. La familia llegó a Villa Urquiza proveniente de Lomas del Mirador en 1997, dos años después de la muerte de Aurora Gamarra, madre de las jóvenes y esposa de Vásquez. La mujer, a quien los viejos vecinos de esa localidad recuerdan como “obesa y con las piernas plagadas de várices”, padecía de diabetes desde muy joven. Esa enfermedad le cobró una pierna primero y le produjo la muerte en 1995, cuando tenía apenas 38 años.
Margarita Fernández, madre de una de las mejores amigas de Gabriela, recordó cuando Silvina culpaba a su hermana por la muerte de su madre. “La insultaba y le pegaba. Yo creo que tiene que ver con que dormía con el padre”, reveló, aportando un nuevo dato en esta truculenta historia. Las sospechas de una relación incestuosa son ratificadas por numerosos testimonios de vecinos. Esta hipótesis adquiere fuerza debido a que en el pene de Vásquez fueron hallados restos de semen. Los forenses dijeron que podía ser causado por el proceso de la muerte o por una relación sexual no acreditada. “Suponiendo que Vásquez haya abusado sexualmente de Gabriela, Silvina no podía aceptar a su padre como el responsable de tal acto: todo era culpa del Diablo, que se había posesionado de él para luego invadir el cuerpo de su hermana -afirma la psicóloga Isabel Monzón-. Con su delirio, la joven podría estar hablando de un diabólico padre que cometía abuso incestuoso contra Gabriela y, tal vez, también contra ella misma”.
Caso cerrado
En octubre de 2000 Gabriela Vásquez fue sobreseída por la Justicia y desde principios del año pasado vive en Berisso a cargo de su tío Pascual. Si bien inicialmente se la consideró alienada mental y junto con su hermana derivada a la Unidad 27 del Servicio Penitenciario, ubicada en el Hospital Moyano, a los pocos meses los médicos recomendaron su externación debido a que no es demente en el sentido jurídico. No obstante debe seguir tratamiento ambulatorio, psicofarmacológico y psicoterapéutico. Se cree que la estructura familiar determinó en ella una falla en la construcción del proceso lógico de pensamiento y la tendencia a sostener como reales los parámetros mágicos que motivaron su predisposición autosugestiva. La situación de Silvina es diferente: fue declarada ininputable porque no comprendía la criminalidad de sus actos. Las pericias psiquiátricas determinaron que sufre esquizofrenia y que es peligrosa para sí y para terceros, por lo que continúa internada en el Moyano.
ASESINATO EN VILLA URQUIZA: UN JUEZ DICTAMINO QUE LAS HERMANAS VASQUEZ SON INIMPUTABLES
Las chicas que mataron a su padre no irán presas
Los peritos dijeron que no sabían lo que hacían cuando mataron a su padre para sacarle el diablo del cuerpo
Silvina, de 21 años, y Gabriela, de 29, seguirán internadas en un neuropsiquiátrico
Por: VIRGINIA MESS
Silvina y Gabriela Vásquez no sabían lo que hacían cuando, la mañana del 27 de marzo, tomaron un cuchillo y mataron a su padre, tajeándolo más de 150 veces para sacarle el diablo del cuerpo.
Así lo determinó el juez Julio Corvalán de la Colina, a cargo del caso. Por eso el viernes resolvió considerarlas inimputables, las sobreseyó y le dio intervención a la justicia civil para que las declare insanas y cuide de sus bienes.
La causa, sin embargo, no quedará cerrada: se seguirá investigando si hubo un instigador. En otras palabras, si alguien —que no estaba en la casa de la familia en el momento del crimen— les dio a las chicas la idea del ritual esotérico que culminó con Juan Carlos Vásquez (50) desnudo y desangrado en el piso de su living.
La decisión de Corvalán de la Colina, que sería avalada por el fiscal y la defensora oficial del caso, implica que las hermanas no podrán ser acusadas por el crimen de su padre. No irán a juicio, pero tampoco quedarán en libertad debido al concluyente y unánime diagnóstico de los médicos sobre su salud mental.
Consideradas "peligrosas para sí y para terceros", Silvina, de 21 años, y Gabriela, de 29, deberán seguir viviendo, tal vez por años, tal vez para siempre, en la unidad psiquiátrica que el Servicio Penitenciario Federal tiene en el Hospital Braulio Moyano o en alguna otra institución mental.
Los psiquiatras y psicólogos que hablaron con ellas durante semanas determinaron que Silvina es esquizofrénica. Lo reveló su falta de contacto con la realidad, sus delirios y alucinaciones. Gabriela, por su parte, muestra rasgos parecidos pero con menor intensidad. Por eso creen que tiene más posibilidades de recuperarse.
A partir de su sobreseimiento, el control de las hermanas quedará a cargo de un juez de Ejecución Penal. Aproximadamente cada tres meses éste deberá convocar a los profesionales del Cuerpo Médico Forense para que las examinen. Sólo si su cuadro mejora y ya no son consideradas peligrosas podrían recuperar la libertad.
Por otro lado, un juez civil iniciará un expediente para declararlas insanas. El paso siguiente será nombrar un "curador" particular o de oficio para que las represente y administre sus bienes.
Los Vásquez eran una típica familia de clase media y el patrimonio a controlar no sería mucho. Juan Carlos trabajaba en una ferretería cerca de su casa: un departamento de dos pisos, sin lujos, adonde se había mudado con sus hijas en 1997 luego de abandonar Lomas del Mirador. Allí había muerto la madre de las chicas, Margarita, unos años antes.
Para sus vecinos, la familia parecía normal. Silvina estudiaba Ciencias Económicas, Gabriela había intentado seguir la carrera de Diseño de Imagen y Sonido. Ambas trabajaban esporádicamente.
Por eso no sospecharon nada cuando, a principios de marzo, los Vásquez, inquietos, les preguntaron si en el departamento que habitaban había muerto alguien años antes. Los vecinos no lo sabían, pero la familia ya había consultado a varios sacerdotes, a un pastor y al líder del centro alquímico Transmutar, Sergio Etcheverry. Estaban convencidos de que algo maligno habitaba su departamento.
Padre e hijas escuchaban ruidos por la noche. Los vecinos les decían que eran gatos, pero ellos no se convencieron. Aseguraban que los objetos cambiaban de lugar de un día para el otro, que escuchaban voces y que la comida tenía mal gusto.
Poco antes del crimen le dijeron al dueño del departamento, su vecino más cercano, que tal vez escucharía ruidos raros, pero que no se asustara.
El fin de semana previo al lunes 27 de marzo empezaron los rezos.
La noche del domingo al lunes fue terrible. Se escucharon voces roncas. Dentro del departamento el ritual había llegado a un punto crítico: reunidos en uno de los dormitorios superiores, Juan Carlos, Silvina y Gabriela leían la Biblia. Tenían miedo. Juan Carlos fue al baño, vio al diablo en el espejo y lo rompió de un golpe.
Por la mañana los vecinos llamaron a la Policía, que llegó sobre el mediodía. Nadie contestó el timbre en el departamento y uno de los suboficiales rompió el vidrio esmerilado colocado a un costado de la puerta. Entonces las vio: dos chicas desnudas y ensangrentadas y un hombre, también desnudo, al que atacaban.
Cuando entraron, Juan Carlos ya estaba muerto. Con voz de hombre, Silvina gritaba: "Esto no es real, mamita. Mamita, ahora papito va a volver bueno", mientras trataba de atacar a su hermana. El diablo, explicó a policías, médicos y psicólogos, seguía allí, en el cuerpo de Gabriela.
debe ser re fulero, osea, entras con toda la adrenalina en la casa por el asesinato, miras para todos lados a ver que onda y en una de esas miras en un espejo y ves un demonio... alta patada en los huevos
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